Decena Trágica: Enfoque Victoriano Huerta

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Por: Antonio Garza Martínez

Hablar de la Decena Trágica, es en mi opinión, hablar del lado oscuro de nuestra historia, donde se marca claramente el rumbo que habrá de seguirse con la funesta costumbre de los golpes de Estado que marcó a la República Mexicana del siglo XIX, esos movimientos o revoluciones de “quítate tú, pa’ ponerme yo” citando la expresión de don Armando Fuentes Aguirre (Catón); considerando las personalidades involucradas (los generales Bernardo Reyes instado por su hijo Rodolfo Reyes, Félix Díaz, Manuel Mondragón, Victoriano Huerta, Aureliano Blanquet, Cecilio Ocón, el embajador de los E.U.A., Henry Wilson, entre muchas otras personalidades),  resalta la figura, entre otras,  del general Victoriano Huerta Márquez.

Se sabe que nació en Colotlán, Jalisco, el 22 de Diciembre de 1850, y que ingresó al Colegio Militar por recomendación del general Donato Guerra cuando, éste visitó su ciudad natal y aprovechó para buscar un secretario personal, a lo que Victorino Huerta se ofreció. Se dice que durante el curso de sus estudios en el Colegio Militar obtuvo notas sobresalientes, cosa que le mereció elogios del presidente de la República, Lic. Benito Juárez, en visita al Colegio Militar donde entregó un reconocimiento a los cadetes expresando las siguientes palabras: “De los indios que se educan como usted, la patria espera mucho.”, de acuerdo con la biografía de Victoriano Huerta en el sitio web de Colotlán que cita Wikipedia.

Entre las campañas militares en las que participó Victoriano Huerta se conoce que combatió a los indios yaquis de Sonora hacia 1900, y a los indios mayas en Yucatán hacia 1902, coincidiendo cuando el General Bernardo Reyes ocupó la Secretaría de Guerra y Marina. Se cuenta que el general Reyes apoyaba a su paisano Victoriano Huerta para el desempeño de las campañas militares, y que incluso, el general Huerta llegó a pedirle trabajo a su paisano el general Reyes (Reyes fue gobernador de Nuevo León desde 1885 hasta 1909), y el general Reyes le asignó un contrato para la pavimentación de unas calles de la ciudad, e incluso en sus memorias dice Rodolfo Reyes que en el fondo su padre (el general Reyes), desconfiaba de Huerta, por su vicio (el abuso de la ingestión de alcohol), que nublaba su mente, y que si se le había dado el contrato fue para ayudarlo de su situación precaria, sin embrago Huerta, se dice que rentaba una habitación en una casa, a la cual llegaba a altas horas de la madrugada, esto se puede leer en el libro de Víctor E. Niemeyer Jr., El General Bernardo Reyes. De acuerdo con un artículo de la revista local Atisbo, en su número 38, en el artículo del arquitecto Armando V. Flores Salazar titulado Gran Hotel Ancira, donde describe su historia dentro del contexto social de la época, menciona que el general Huerta supervisa las obras de cimentación del hotel, porque presentó a los contratistas el presupuesto más bajo sobre dichos trabajos.

Sin embargo, de acuerdo a sus memorias, tuvo un desencuentro con el general Reyes, y al poco tiempo de que éste haya sido enviado al exilio disfrazado de comisión militar a Francia, Huerta regresa a la Ciudad de México donde imparte clases de matemáticas, y al estallar la revolución de Francisco I. Madero, solicita reincorporarse al ejército y cuando el presidente Díaz renuncia, es el encargado de llevar el convoy del general Díaz al puerto de Veracruz para que el general Díaz con su comitiva parta al exilio. Permanece fiel al ejército del gobierno interino de León de la Barra, participando en acciones en las que hostiliza las fuerzas de Emiliano Zapata, creando sospechas de insubordinación sobre él , y Madero una vez presidente electo ordena su dimisión del ejército, sin embargo, al suscitarse la rebelión de Pascual Orozco, Madero reconsidera su decisión, y reinstituye a Huerta y le otorga el mando de las fuerzas federales. Tuvo un altercado con Pancho Villa, en el que por diferencias personales y pretextando el robo de unos caballos, lo manda arrestar y fusilar, pero intervinieron los hermanos de Madero, y lo salvan de ser fusilado, y consiguen que se le perdone la vida, y es mandado preso a la Penitenciaría de Santiago Tlatelolco, donde coincide con el general Reyes, y a pesar de casi no tener nada n común y ser antagónicas sus trayectorias, comparten su gusto por los caballos; incluso el general Reyes ayuda a Pancho Villa a escapar de la penitenciaría. Mientras eso sucede, Victoriano Huerta con atrasos somete a los rebeldes, cumpliendo su misión, y regresa a la capital a ratificar su lealtad a Madero y se somete a un tratamiento para sus cataratas (mal que desde principios del siglo le empezó a causar molestias), y Madero lo hace renunciar.

Su participación en la conjura para derrocar a Madero es la del desconfiado que tantea el terreno y busca su oportunidad; para el caso, cuando tenían la fecha para la insurrección (que se tuvo que adelantar al 9 de Febrero de 1913), ya era sabida la sublevación, aunque secreto a voces, y con las premuras, lo que fue planeado cuidadosamente empezó a fallar, muriendo el General Bernardo Reyes en el inicio de la rebelión, en tano que los generales Félix Díaz y Manuel Mondragón se refugian en la Ciudadela (el principal arsenal de armas), mientras que Huerta jura lealtad a Madero, quien lo nombra Comandante Militar de la Plaza de México, en tanto que tantea el terreno y sigue con doble cara, hasta que se definió, apoyando la sublevación; es detenido por Gustavo Madero, quien lo acusa ante su hermano por entrar en tratos con los rebeldes, pero Madero desoye el consejo de su hermano, y le exige a Victoriano Huerta que acabe con la rebelión;  durante todo ése tiempo, en confabulación con los sublevados, fingen un combate en el que desde La Ciudadela bombardean diversos puntos de la Ciudad de México, causando la muerte de infortunados, terror y pánico entre la población refugiada, donde Huerta de acuerdo a una serie de artículos que describen la Decena Trágica publicada en el periódico Excelsior, en el artículo del día 12 de Febrero del presente, se hace un breve análisis de las acciones del general Huerta, llegando a decir el doctor en Historia Ariel Rodríguez Kuri que Huerta “no es un militar golpista del siglo XIX, sino un político del siglo XX, que prefigura el uso del terror desde el poder.” Incluso, se dice que en ataques suicidas mandó a las fuerzas rurales, leales a Madero.

Posteriormente, el día 18 de Febrero de 1913, arresta a Gustavo Madero por medio de un engaño, donde para limar asperezas lo invita a comer al restaurante Gambrinus, y es llevado a La Ciudadela, donde es brutalmente torturado hasta su muerte. Huerta, apoyado por el embajador de Estados Unidos, Henry Lane Wilson, empieza a moverse para hacerse con el poder. Junto con el general Aureliano Blanquet, jefe del 29° Batallón, ése mismo día arrestan al presidente Francisco I. Madero, al vicepresidente José María Pino Suárez, y al general Felipe Ángeles, en tanto que los diputados, piden la renuncia de Madero y Pino Suárez para que vuelva el orden, firmando sus renuncias el presidente y vicepresidente. Pedro Lascuráin asume la presidencia interina de 45 minutos, cuyo único acto presidencial fue nombrar presidente a Victoriano Huerta. El día 22 de Febrero por la noche Madero es subido a un automóvil Protos, acompañado del mayor de rurales Francisco Cárdenas; Pino Suárez es subido al automóvil Peerles, custodiado por el teniente Rafael Pimienta. Son llevados a la Penitenciaría de Lecumberri, fingiendo un traslado. El auto se detiene en la puerta principal, donde se da la instrucción que los presos sean llevados a la puerta trasera (que no existe) donde son bajados el presidente y vicepresidente por la fuerza y son baleados. Se cubren sus cuerpos con un sarape gris y una frazada roja con cuadros negros respectivamente. Balean los automóviles, limpian las manchas de sangre en la tapicería, para simular un ataque a la escolta en la que murieron Madero y Pino Suárez, esto se puede leer con más detalle en el libro Temporada de Zopilotes de Paco Ignacio Taibo II.

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Hermann Gil Robles

Director de Inbound Marketing en Diis Mkt. Especializado en periodismo on-line con enfoque en arquitectura de información. Catedrático en el Tec Milenio y narrador. Autor de los libros: No hay buen puerto, Fuera de la Memoria, Los Sueños de los Últimos Días, La Ciudad del Olvido. Obtuvo el Premio Binacional de Novela 2016 Frontera de Palabras / Border of Words.

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