Fondo Bibliográfico Monsiváis: un viaje al mundo del cronista

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Fuente: Milenio

La placa que anuncia la entrada al Fondo Bibliográfico Carlos Monsiváis apenas funciona como un ingrediente de la curiosidad que despierta el estar dentro de esa crujía del histórico edificio de La Ciudadela que ya está en pleno funcionamiento: para quienes no conocieron la casa de Carlos Monsiváis en la Portales, ese espacio se convierte en metáfora del orden y el caos que definieron vida, obra y pasiones del cronista, como la ciudad y los gatos.

Desde la partida del escritor, en junio de 2010, existía el interés de las autoridades culturales por concentrar en un espacio las lecturas del cronista, para lo cual se aprovechó que en lo que fuera la Biblioteca José Vasconcelos se comenzaban a almacenar ciertas bibliotecas personales para darle impulso a esa idea, que en hoy día es una realidad, junto con las de José Luis Martínez, Antonio Castro Leal, Jaime García Terrés y Alí Chumacero.

Si bien formó parte de la inauguración de la llamada Ciudad de los Libros y la Imagen, a finales de noviembre pasado, poco a poco se abrió al público en general, convirtiéndose en uno de los espacios que más interés ha despertado, aun cuando pareciera que el número de visitantes no resulte significativo: poco más de cinco mil hasta el 31 de enero, con unas cien personas por día los sábados y domingos en promedio.

“El lugar reproduce dos de los elementos que considera el arquitecto Javier Sánchez esenciales en la personalidad y la trayectoria de Monsiváis: el enorme amor, dedicación, pasión por la ciudad; lo que ve el usuario-lector al entrar a la biblioteca son libreros de grandes proporciones, que nos dan ofrece una imagen de recorrido por la ciudad con sus enormes rascacielos, multifamiliares, torres.

“El otro elemento, tomado de la propia pasión del escritor, fue el desorden total en el que mantuvo, hasta el último día de su vida, a su biblioteca personal. La biblioteca no tiene un orden, es un recorrido estrictamente laberíntico”, explica Miguel García, subdirector de Promoción Cultural de la Biblioteca de México “José Vasconcelos” de La Ciudadela.

Se buscaba transmitir que Monsiváis no sólo era un apasionado de las urbes, sino un contador de sus historias.

A partir de la amistad que tenían Carlos Monsiváis y Francisco Toledo, el artista plástico se encargó de diseñar diversos elementos para el fondo bibliográfico del cronista: el principal está en el piso, a través de una serie de lozas con la imagen de unos gatos.

Luego están unos gobelinos de lana, en los que están representados libros, gatos y ciudades, con un Monsiváis de perfil, y se termina con un enorme telar, con la figura de un gato que parece cuidar todo el recinto.

Una arquitectura de museo
La biblioteca cuenta con alrededor de 24 mil volúmenes sobre diversos temas, una sección de publicaciones periódicas y uno de los espacios que más ha llamado la atención: una vitrina en la que el visitante se encuentra con algunos objetos, fotografías, retratos o muñecos que coleccionaba Monsiváis.

Se contó con una inversión total de alrededor 33 millones de pesos (13 millones para la colección editorial y hemerográfica, además de 20 millones para la remodelación arquitectónica).

Para albergar la biblioteca se destinó una crujía del histórico monumento, de alrededor de 7 por 20 metros cuadrados.

Los libreros están realizados con nogal americano, pero más bien cubren barras de metal, con lo que se garantiza su protección en caso de algún problema, como un sismo.

Una biblioteca cotidiana
Los fondos bibliográficos de La Ciudadela suelen ser visitados por especialistas o investigadores, pero en el caso de Carlos Monsiváis, debido a los temas que le interesaban, es visitada por quienes buscan desde libros de cultura popular, que de cine o de arte en general, su biblioteca está más cerca de los lectores comunes.

Precisamente porque no se puede hablar de una biblioteca especializada en una sola temática, llaman la atención los cerca de dos mil 500 volúmenes de títulos raros, la mayoría del siglo XIX, o de libros autografiados, que formaban parte del tesoro del cronista.

Entre las obras autografiadas se encuentran las firmas de Elías Nandino, Salvador Novo, Fernando Benítez, Octavio Paz, Gabriel García Márquez, Eliseo Diego, Manuel Álvarez Bravo, Daniel Sada, Elena Poniatowska, por mencionar sólo a algunos.

De muchas maneras se ha convertido en un espacio para el peregrinaje: lectores que acuden a estar en la biblioteca de su maestro, por lo que suelen recorrer la biblioteca, mirar los libros, detenerse en las obras de Toledo, sin necesariamente tomar algún título.

 

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About Author

Eduardo Cázares Puente (1976- ). Es Licenciado en Historia por la UANL. Maestría en Educación por la Universidad Tec Milenio, además de ser catedrático de este centro de estudios desde el 2009. Es paleógrafo e investigador de temas de historia del Noreste de México y autor de los libros Nuevo León durante la Guerra México-Estados Unidos (1846-1848); Monterrey: revoluciones, guerras y comerciantes (1808-1855), tomo III de la enciclopediaMonterrey: origen y destino (2009). Ha colaborado con artículos en revistas como Atisbo, Actas y Relatos e Historias.

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