Javier Medina Bernal, entre libros y canciones

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Acompañado de las letras y la música, llega Javier Medina Bernal, un talento originario de Panamá que va abriéndose paso en Latinoamérica.

Su trabajo como escritor lo llevó a ganar en 2011 el Premio Nacional de Literatura Ricardo Miró con Hemos caminado siglos esta madrugada, una de sus obras publicadas; mientras que en su carrera como cantautor cuenta con dos producciones originales: Universo- Capítulo Uno y Para calmar la sed, cuya aceptación ha derivado recientemente en un CD recopilatorio, además de colaborar con figuras relevantes en la escena musical.

—¿Qué te llevó a expresarte a través de la música?
—Creo que me sentía solo de alguna manera. Empecé a tocar guitarra a eso de los 16 años, por querer imitar a un primo que también tocaba. Al poco tiempo aprendí a rasguear algunos acordes y por esa misma época llegó la literatura y, cómo no, las primeras decepciones amorosas, lo cual disparó una serie de poemas y canciones cursis que afortunadamente no sobrevivieron. Me rompieron el corazón y allí estuvieron la poesía y la música para rescatarme.

—¿Cuál consideras que es tu aportación?
—Ni idea. Solo quiero creer que soy sincero y honesto en lo que hago. He escuchado mucha música y he leído mucho. Espero que todo ese estudio, que todas esas influencias, tanto de la música como de la literatura, me lleven a hacer un buen trabajo que también, por supuesto, tenga su propia huella, su propia voz.

—Encontramos elementos de tu tierra muy presentes en tus canciones, ¿cómo nos presentas a Panamá?
—Panamá es un país muy difícil de definir. Poetas y músicos nacionales se la han pasado tratando de encontrar o definir la identidad panameña. La mezcla étnica es importante. Somos un solo “guacho” de negro, indígena, español, indio (de la India), chino, blanco europeo, muy intenso y hasta violento. Por otro lado, la influencia anglosajona (para bien y para mal) también es definitiva y brutal. Asimismo, en la escuela nos enseñan desde pequeños que Panamá siempre fue un país de “paso”, por su condición geográfica. Presentar o representar a Panamá es un peso, pues, muy grande, que se dice fácil, pero que no lo es. En mi música específicamente creo que hay colores de la música tradicional de mi provincia, Los Santos, al sur del país, en la costa Pacífica, que a su vez recibió mucho la influencia de la parte andaluza de España, y esta a su vez, de la música árabe. Creo que hay algo de eso en lo que hago.

2.JMB—Has grabado dos discos con géneros muy diferentes, aunque ambos con letras profundas e inspiradoras. ¿A qué se debió el giro?
—La distinción de géneros es en muchas ocasiones tediosa, pero entiendo que sea necesaria, y al final hay que dejar a la gente definir los géneros como prefieran. Si yo mismo he de definir de alguna manera lo que hago en el primer disco, Universo- Capítulo Uno, diría que es música de rock alternativo en español, aunque tampoco sea exacto decir eso. El segundo disco, Para calmar la sed, se constituye de canciones cantadas a guitarra acústica. Ambos discos, al fin y al cabo, como dices, están compuestos de canciones cuyas letras intentan ser estéticamente poéticas. No sé si hay un giro como tal entre uno y otro. Creo que la razón por la que el segundo disco se trató de seis canciones acústicas, de las cuales cuatro son a guitarra y voz, una a guitarra, voz y violín; y solo una con banda entera (percusión, bajo, guitarras, coros, etc.) fue por cuestión de portabilidad. Antes de grabar el disco toqué muchas veces en formato acústico en directo. Algunas personas que asistían a esos recitales musicales comentaron que les gustaba mucho ese formato de guitarra y voz, con el violín acompañándome en algunas canciones, les encantaba aquello de las “canciones desnudas”, en las que sobresale la voz y la letra. Por eso grabé en ese formato.

—Por otra parte, también eres escritor, ¿qué te motivó a iniciarte en ello y seguir por ese camino?
—Así como empecé a imitar a un primo que tocaba guitarra, empecé a imitar a un tío que escribía poemas, quien de hecho ahora es un poeta reconocido en mi país (Salvador Medina Barahona). Su literatura y la mía no se parecen (aunque lo más seguro es que a la larga nos hayamos influenciado mutuamente), pero sí, así empecé. Y bueno, la literatura y la música, como ya lo mencioné, llegaron tomadas de la mano a salvar mi corazón de adolescente malherido por las espinas del florido y (hay que decirlo) cursi pero valioso como recuerdo.

—¿Cuáles son los libros que has publicado?
—He publicado, a la fecha, dos libros: Hemos caminado siglos esta madrugada (2011), el cual es un poema narrativo de largo aliento que se vale de la figura de la “lluvia” como hilo conductor; y No estar loco es la muerte (2013), una recopilación de cuentos, prosas poéticas y textos híbridos con personajes, atmósferas y temas recurrentes que pueden dar la sensación de que se está leyendo una novela.

—Cuando tienes una idea en mente, ¿cómo decides si se convertirá en canción o en texto?
—Esta pregunta me la han hecho antes y nunca sé qué decir, porque sencillamente no lo sé. Me gusta creer que los poemas y las canciones en un momento dado deciden nacer y que yo solo estoy allí para asistir en el parto.

—En tu trabajo se percibe un aire de nostalgia, aunque con un toque distinto entre canciones y textos. ¿Es así?
—La nostalgia y la melancolía siempre están presentes. Hay mucho de observación y aceptación de la fugacidad de la vida en esos dos conceptos. Pero esa aceptación de lo efímero no es derrotista, sino todo lo contrario. Así se goza más cada segundo, sabiendo que al segundo siguiente tal vez ya no estaremos. Llegará un momento en que ese “tal vez” sobrará en  la frase, porque de hecho NO estaremos. Pero habremos estado, y el haber estado es hermoso. La oscuridad y la luz son amigas entre ellas. Y yo soy su amigo.

—¿Alguna canción o libro que te haya impactado de tal modo que forme parte de ti, de tu pensar o de tu sentir?
—Uf, un montón de canciones y libros. Te puedo hablar de obras y autores y artistas y aun así no alcanzaría el espacio. Libros: El arco y la lira de Octavio Paz, casi toda la poesía de Jaime Sabines, casi toda la poesía de Efráin Huerta, casi todo Kafka, Pedro Páramo de Juan Rulfo, todo Juan Carlos Onetti, Seda de Alessandro Baricco, Mortal y Rosa de Francisco Umbral, todos los cuentos de José Agustín, todo Daniel Sada, Todo sigue tranquilo de Chusé Izuel; casi toda la poesía del panameño Ricardo Jarl Babot; los poemarios Mundos de Sombra y Pasaba yo por los días, ambos de mi tío Salvador Medina Barahona; y una antología de Poesía de Panamá muy buena que me cambió la vida, entre muchos, muchos otros. Y canciones, pues, ¡uf!, casi toda la música folclórica de los países de Latinoamérica; por su voz, Mercedes Sosa a la cabeza; todo Pink Floyd, todo Radiohead, casi todo Caifanes, casi todo Pearl Jam, Blind Melon, el disco Buena Vista Social Club, Stevie Ray Vaughn, y muchos, muchos más que seguro estoy olvidando mencionar.

4.JMB—¿Te gustaría agregar algo más?
—Pues, que hace poco estuvimos en México compartiendo con grandes músicos mexicanos como Alfonso André y su banda, durante la presentación de su disco Mar Rojo, para el que compuse la canción “El Sol Saldrá”. Alfonso me invitó a cantar la canción con él y además se le ocurrió que yo fuera el telonero de sus conciertos de presentación. Fue una experiencia maravillosa. Recibí mucho cariño del público mexicano, al cual me siento muy cercano entre otras razones porque mi abuela paterna es mexicana, de Tepic, Nayarit. En ese último viaje que hice a México (agosto 2015) también tuve la oportunidad de componer canciones con Chema Arreola, baterista del proyecto solista de Alfonso André y quien escribió la mayoría de las letras del disco Mar Rojo. Fueron días maravillosos en los que Chema y yo escribimos letras amparados y bendecidos por la imponente presencia del cerro Tepozteco, en Tepoztlán, pueblo mágico. De allí que entre mis planes esté grabar en México pronto.
Para finalizar, quisiera agregar, haciéndome eco de las palabras que alguna vez le escuché mencionar al cantautor chileno Nano Stern, que la música, la poesía y el arte en general no son carreras, son caminos. Solo queda caminar.

Es así como Javier Medina Bernal nos ofrece una obra sensible con identidad latina, que ya sea cantada o leída, llega al interior de quien lo escucha, para recordar, para reflexionar, para inspirar, o simplemente para disfrutar.
Más información sobre presentaciones, libros y canciones en sus cuentas de Facebook y Twitter.

 

*Fotografías cortesía de Javier Medina Bernal.

 

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About Author

Wendy Vidales

Licenciada en Relaciones Internacionales. Narradora e investigadora. Diplomada en Artes Plásticas, Historia del Arte y Literatura.

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