Cuando tuve conocimiento de la película Idiocracia a través de un podcast hecho por unos españoles que hablaban acerca del cine y la distopía, me interesé en la historia. Busqué algunas reseñas en internet y luego me di a la tarea de localizar el filme para rentarlo en alguno de los establecimientos de la localidad. No tuve la fortuna de encontrarlo, pero al buscarlo en internet encontré una extraña página de cine en donde pude reproducirla (que me perdonen los puristas de los derechos reservados). De hecho, cuando se estrenó en septiembre del 2006, el filme solamente fue exhibido en 130 salas de Estados Unidos, esto último señalado en un interesante artículo publicado en el New York Times¹.
En el podcast mencionan que esta película no tuvo la publicidad ni la audiencia necesaria para ser vista por un público mayoritario. Y, en efecto, como en la historia se habla de una manera irónica y crítica de empresas como Carl´s Jr y Gatorade, sospecho que no fue bien visto. Además, mordazmente se critica a la sociedad norteamericana de este tiempo, la cual es ridiculizada hasta la exageración (usan el recurso del hipérbole para enfatizar más esta tendencia del ridículo).
Para entrar al tema, Idiocracia (Idiocracy, 2006) es un filme de Mike Judge (coautoría en el guión con Ethan Cohen) que causó bastante controversia por la severa e irónica crítica hacia la sociedad y la cultura norteamericana. En la teoría que plantea la historia, mientras las personas más se reproduzcan y consuman comida “chatarra”, más se degenera la inteligencia a través de las posteriores generaciones de humanos. Lo más interesante es que esta película no es la típica burla ni crítica profunda (que otras tantas historias como Qué pasó ayer o Belleza americana, las cuales son un intento de reflejo de la cultura norteamericana). En Idiocracia hay una reflexión, ácida y crítica, de qué estamos haciendo como humanos en esta sociedad. En Monterrey no estamos alejados de ese tipo de modus vivendi.
Uno de los aspectos que fuertemente critica esta película es la comida. Transnacionales como Costco y Carl´s Jr son ridiculizadas. Existe una tendencia a comer por comer, pero no por nutrir. A través de convenios entre el gobierno y las empresas que producen estos aranceles, el círculo vicioso se agranda y comienza a afectar la vida, los ciclos naturales de cosecha, las estaciones, etc. El mundo se queda sin su antiguo funcionamiento. Hay montañas de basura que provocan avalanchas porque el humano dejó de tener su capacidad de administrarse, higiénico y consciente.
Es ahí cuando justamente entra Joe Bauers (Luke Wilson), un soldado del ejército que lo tienen recluido en una oficina. La impresión es que es un holgazán, pero no, es un ser sensible. El acontecimiento de la historia es cuando llega un soldado de mayor rango y lo despide porque ha sido asignado para congelarlo (en cápsulas, a través de criogenia) durante un año junto con una mujer. En el transcurso de ese tiempo, una serie de situaciones afectan al proyecto, provocando que se olvide. Pero no pasa un año, ¡sino 500!
Cuando Joe se despierta porque una avalancha de basura mueve la cápsula hasta zafarle la tapa y desactivar el seguro, el protagonista encuentra un mundo desolador: atmósfera anaranjada, automatización de acciones, hospitales antihigiénicos, sexo sin erotismo, alimentos transgénicos y sin nutrimientos necesarios para el cuerpo humano, policía represiva, pero lo más importante a mi ver: la humanidad ha perdido su capacidad para la empatía y la inteligencia. Como ya había apuntado, el tipo de alimentos que ingiere esa sociedad mengua significativamente la inteligencia (finalmente es basura convertida en marketing) y provoca que las generaciones humanas involucionen en su capacidad.
Joe Bauers es identificado entre la gran masa porque no tiene un código en su muñeca (especie de NIP) y lo llevan a la cárcel. Ahí hace un test de inteligencia y el resultado es increíble: es el hombre más inteligente del mundo conocido.
La historia subsecuente es una serie de hechos que hacen del personaje una especie de salvador. Ese sería el único fallo que veo en esta distopía cómica: resolver el conflicto de manera tradicional.
Sin duda, Idiocracia muestra, como su nombre lo indica, el museo de una sociedad que se degenera constantemente y en donde poquísimas son las personas que están a contracorriente. La mayoría pertenece a ese aparato que las empresas transnacionales fabrican mediante el marketing perverso, la publicidad ventajosa y el impulso de mostrar un modelo de conducta, moda y un vida del norteamericana como un estándar que debemos seguir. Por supuesto, no todos lo necesitamos.
¹ Ver la referencia del artículo “Shying Away From Degeneracy”: http://www.nytimes.com/2006/09/09/business/09online.html
Ficha técnica
Película: Idiocracy
Año: 2006
País: EU
Director: Mike Judge
Productor: Mike Judge, Elysa Koplovitz, Michael Nelson
Guion: Mike Judge, Etan Cohen (Historia: Mike Judge)
Fotografía: Tim Suhrstedt
Música: Theodore Shapiro
Duración: 81 minutos
Actores: Luke Wilson, Maya Rudolph, Dax Shepard, Terry Crews, David Herman, Sara Rue, Stephen Root, Justin Long, Thomas Haden Church
