El también narrador, ensayista y traductor de origen español, hombre de múltiples amigos y discípulos, falleció a los 84 años de edad.
Hace poco más de un año, dentro de una serie de entrevistas Tomás Segovia confesaba su estado de salud y de ánimo: dentro de lo que cabe me encuentro bien, pero lo que no cabe no cuenta”.
Ya sentía los achaques, pero trataba de disfrutar su vejez, de aprender, de reflexionar y, desde luego, de no declararse por vencido: “Nunca he escrito más poesía que ahora y poesía más viva”, dijo Tomás Segovia en aquella entrevista al periódico MILENIO.
La vida del poeta se apagó a los 84 años de edad, tras su regreso de Aguascalientes y Michoacán, donde recibió el Premio Poetas del Mundo Latino Víctor Sandoval, junto con el argentino Juan Gelman.
Falleció a causa de una serie de complicaciones resultado de un cáncer que lo aquejaba, si bien los últimos días las pasó dormido en casa, a decir de su hija, Inés Segovia, porque ya no quiso regresar a un hospital.
Ensayista, dramaturgo, narrador, traductor y, sobre todo, uno de los poetas más reconocidos de nuestro tiempo, Segovia nació en Valencia en 1927. Cuando aún era un adolescente llegó a México como parte de la comunidad española que emigró durante la dictadura franquista.
Asiduo de publicaciones como Diálogos, Plural, Revista Mexicana de Literatura y Vuelta, Tomás Segovia obtuvo premios como el Xavier Villaurrutia, el Octavio Paz de Poesía y Ensayo, el de Literatura Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo —el último que llevó ese nombre, otorgado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara— y el Internacional de Poesía Federico García Lorca.
Sus restos serán cremados la mañana de hoy, aunque su familia aún no decide cual será el destino de sus cenizas.