Inspiración
Qué palabra tan más “inspiradora”, el simple hecho de mencionarla ya me alienta a buscar más allá de donde estoy parada.
Yo vivo siempre inspirada (o por lo menos me hago a la idea), con las musas flotando sobre mí. Soy afortunada. De mi cabeza salen montones de historias todo el tiempo, hacen fila esperando su turno para que las escriba. Aunque tengo que admitirlo, soy lenta. No puedo escribir tan rápido como quisiera. Y sin embargo, a pesar de todas esas ideas que llegan a mi mente a diario, no saben el trabajo que me ha costado escribir este texto. Supongo que tiene que ver con que prefiero enfocarme en la fantasía, en los sueños, que en la realidad. Aunque a decir verdad, la realidad es tan subjetiva como los mismos sueños. Ya lo decía Calderón de la Barca: “La vida es sueño y los sueños, sueños son”.
Volviendo a lo de la inspiración, a la que por cierto, muchos catalogan como un ente propio de artistas y locos, debo decir que no necesariamente es así. Posiblemente sea porque quienes nos dedicamos a las materias relacionadas a las bellas artes seamos más sensibles y estemos más abiertos a recibir eso intangible que llamamos inspiración. Pero la verdad es que todos los días, en cada instante, podemos encontrarla, independientemente de si tengamos vena de artistas o no.
Por ejemplo, hace unos meses tuve la gran fortuna de conocer en persona (no frente a frente, digamos más bien que en masa –ya hubiera querido yo–) al mismísimo Dalai Lama, líder espiritual del Tíbet, a quien admiro desde mi adolescencia.
Lo más sorprendente de todo, no sólo fue el hecho de haber asistido a una de sus conferencias (que por supuesto lo fue), sino que meses antes de saber de su venida a México, comencé a pensar tanto en él, en su vida, en su mensaje, en lo milagroso que sería conocerlo… Y detenía mis pensamientos suponiendo lo imposible que resultaría eso: ¿qué tenía que hacer este señor ya de avanzada edad por segunda vez en México? Y aun más, ¿en Monterrey?…
Unas semanas después, escuchando un programa de radio me enteré de su venida. Los ojos casi se me salen de la cara del asombro. Me quedé contemplando la pantalla de la computadora (escucho la radio por Internet) como si esta fuera capaz de responderme “¡sí, escuchaste bien, el Dalai Lama viene a Monterrey!”.
¿Y qué tiene qué ver esto con la inspiración? se preguntarán ustedes… Pues tal vez no mucho, pero puede que todo. Aunque no practico el budismo, ni ninguna otra religión, el Dalai Lama ha sido un personaje importante en mi vida, y ha sido fuente de gran inspiración. Gracias a él comprendí el significado real de la compasión, de la espiritualidad, de la tolerancia y del amor a todos los seres humanos sin importar culturas o religiones. Su sabiduría me inspira; su mensaje, el recuerdo de su presencia, tan sencillo y alegre como un niño y tan sabio como el alma más vieja, también.
Me gusta creer que de alguna manera lo atraje a mi vida, quiero pensar que fue a través de la inspiración con la que procuro vivir a diario.
¿Te has dado cuenta de todas las cosas maravillosas que han llegado a tu vida, por mínimas que sean, y que por estar preocupado, ocupado, enojado, deprimido, las has dejado pasar?… Yo sí. Por eso es que desde hace un tiempo empecé a buscar diariamente motivos que me mantengan siempre en una realidad inspirada. Ahora estoy dispuesta a compartirlos contigo.
Y a ti, ¿qué te inspira?…
