Francisco Román González
No tenía idea de lo que escribiría, pasé varios días tratando de llegar a una conclusión sobre un tema actual y que bien pudiera ser de finanzas, de poñíticas culturas, de lanzamientos de nuevos artistas, de literatura, de crítica de teatro. Todo eso me parecía tan tradicional que lo descartaba sólo al momento de pensar en la primera columna. Sin embargo, en la mente por mucho tiempo me venía dando vueltas un tema: el de las distopías, de las entropías y su impacto social, algo que afectara al sistema social, que ayudara a terminarlo, en sí, ese pequeño (o grande) porcentaje de desgaste que toda sociedad tiene y que su suma llevará a la extinción misma del sistema, que en este caso, es el concepto social.
Pues bien, esos pequeños desgastes del sistema, que es la entropía, son historias, crónicas, reseñas, serán contadas periódicamente. Tal vez una a favor de esa distopía artísticas, y seguramente otras que estarán en contra, es decir, que serán positivas para el quehacer cultural, tanto de la ciudad como en sí mismo del concepto. Así, empezaremos la siguiente semana, esperando que pase el fin del mundo, esperando que las que esperanzas de muchos creyentes mueran al mirar el cielo y no, no suceda absolutamente nada. Nos vemos, con la variable certeza maya de por medio, en unos cuantos días.