El 10 de enero de 2008 falleció en la ciudad de México el literato oaxaqueño Andrés Henestrosa, ícono de las letras mexicanas durante el siglo XX.
Además de poeta, Henestrosa fue un gran narrador, ensayista, orador, escritor, político e historiador. Una de sus grandes contribuciones fue la fonetización del idioma zapoteco y su transcripción al alfabeto latino.
Alentado por su profesor Alfonso Caso, Henestrosa inició su obra escrita con Los hombres que dispersó la danza en 1929, que estaba basado en leyendas y fábulas producto de la tradición oral de los pueblos zapotecos. Su Retrato de mí madre (1940), es una de las páginas más hermosas de la literatura, en que la evocación filial, ajena a todo sentimentalismo, se expresa con una elocuencia sobria y vigorosa.
En 1936 fue becado por la Fundación Guggenheim de Nueva York para realizar estudios acerca de la significación de la cultura zapoteca en América. Permaneció por breves temporadas en Berkeley, California; Chicago, Illinois; Nueva Orleáns; Louisiana; Nueva York, y otros lugares, siempre investigando en archivos y bibliotecas.
Fonetizó el idioma zapoteco, preparó el alfabeto y un breve diccionario zapoteca-castellano, en el que ese alfabeto se puso en práctica.
En Nueva Orleáns, al medir el año de 1937, escribió el Retrato de mi madre (carta a Ruth Dworkin), que junto con la Visión de Anáhuac de Alfonso Reyes, y Canek de Ermilo Abreu Gómez, es la obra mexicana más veces editada.