Prolonga la vida de los libros

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Por: José Talamantes

En la Biblioteca de La Ciudadela, el restaurador y encuadernador Jerónimo Cruz Flores desempeña una labor artesanal; ha dedicado más de 50 años a salvar libros.

Restaurador de Libros

Restaurador de Libros

La restauración de libros en México ha transcurrido a la par de la trayectoria de Jerónimo Cruz Flores, el encuadernador y restaurador mexicano de 72 años que trabaja desde cerca de 25 años en la Biblioteca de México “José Vasconcelos” en La Ciudadela, hoy llamada “La ciudad de los libros y la imagen”. Él, comenzó en este oficio cuando no existía una idea clara de la restauración ni tampoco se había fundado la Escuela Nacional de Conservación, Restauración y Museografía “Manuel del Castillo Negrete”.

El guerrerense que radica en el Distrito Federal desde hace 50 años, que tiene tres hijos y cuatro nietos, y que estudió encuadernación en la Escuela de Artes Gráficas, asume la restauración de libros coma la salud de un ser humano enfermo.

“Un libro es como un ser humano, cuando llega enfermo a un hospital el médico le dice: ‘tiene que tomar esto o lo otro’, cuando llega a quirófano es porque requiere un trato mayor; igual un libro cuando llega en muy mal estado entra directamente a cirugía, porque le vamos a dar un trato mucho mayor; cuando nosotros salvamos un libro es como cuando un médico salva a un enfermo, es una gran satisfacción que le queda a uno, saber que ese libro va a estar ahí todavía para estar en consulta”.

Por las manos de Jerónimo Cruz han pasado miles de libros, tanto incunables, como volúmenes que tienen entre 300 y 400 años, y otros libros jóvenes de no más de 15 o 20 años. A lo largo de 55 años de carrera -de los cuales estuvo 30 en el Archivo General de la Nación, varios de los cuales sólo los dedicó a la encuadernación-, este restaurador de la vieja escuela ha salvado de la muerte a cientos de libros o al menos les ha alargado la existencia.

En cinco décadas no sólo ha restaurado libros, sino también cientos de documentos. Jerónimo Cruz Flores ha sido testigo privilegiado de los avances en la restauración de libros y documentos. Cuando él empezó, el proceso incluía lavar los libros y documentos con clarasol, resanarlos con engrudo y encuadernarlos con cola de carpintero. En el aprendizaje se percataron que las fibras del papel se rompen con el cloro. “Nos dimos cuenta que podíamos tener el papel en buen estado dos años, pero cinco o seis años después el papel se abría completamente”.

De ese tiempo a la fecha las técnicas han cambiado, también la importancia que el Estado le da a la restauración y la encuadernación en el salvamento bibliográfico. Hoy en día, el proceso de restauración es menos agresivo, las normas dictan que los documentos y libros no deben ser lavados, determinan que la mejor técnica de conservación es “laminarlos” con papel japonés –que es un papel de algodón muy transparente que se pega a la hoja y le brinda protección y flexibilidad-, y exigen que utilicen para ello, adhesivos que se desprenden fácilmente en caso de requerirse.

“El tipo de adhesivos que estamos usando ahora es reversible, ¿qué quiere decir esto?, que si nosotros aplicamos mal una restauración pasamos un poco de humedad y se puede eliminar fácilmente; al principio, en los años 50 cuando empezó la restauración, se usaba mucho el engrudo, también en la encuadernación se utilizaba cola de carpintero; posteriormente nos dimos cuenta que el engrudo atrae muchos microrganismos y por lo mismo se eliminó, el adhesivo que usamos hoy en día es natural, no tiene tanto problema con los hongos, y también nos dimos cuenta que la cola de carpintero atraía muchos insectos”, señala Cruz Flores.

Su labor se ha multiplicado

Jerónimo Cruz goza haciendo su trabajo, aunque en este momento no lo hace con las mejores condiciones, aunque dos o tres personas le ayudan, no tiene su taller en forma pues es parte de los pendientes en las obras de restauración de La Ciudadela; a esa complicación se suma un asunto mayor: con la apertura de los fondos personales de José Luis Martínez, Antonio Castro Leal, Jaime García Terrés, Alí Chumacero y Carlos Monsiváis – a los que se sumarán los fondos recién adquiridos de Julieta Campos y Enrique González Pedrero, y Abraham Zabludovsky-, su trabajo se ha multiplicado.

Fuente de nota: El Universal

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Hermann Gil Robles

Director de Inbound Marketing en Diis Mkt. Especializado en periodismo on-line con enfoque en arquitectura de información. Catedrático en el Tec Milenio y narrador. Autor de los libros: No hay buen puerto, Fuera de la Memoria, Los Sueños de los Últimos Días, La Ciudad del Olvido. Obtuvo el Premio Binacional de Novela 2016 Frontera de Palabras / Border of Words.

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