Filosofía por venganza: el hedonismo

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Hedonismo

Hedonismo

La búsqueda del placer y supresión del dolor como objetivo de la vida. Eso es el hedonismo. Dicho así, seguro que te hace pensar: “¡coño, si soy un filósofo hedonista y no lo sabía! Al curriculum que va”. Frena. Hay muchos tipos de hedonismo. Si quieres estar preparado cuando en una entrevista de trabajo te digan: “Veo que es usted hedonista. ¿Hegesíaco?”, sigue leyendo.

Seguimos con corrientes filosóficas que se derivan directamente de las enseñanzas de Sócrates. Si Platón sentó las bases de la filosofía actual transcribiendo sus conversaciones con su maestro, uno de los compañeros de pupitre de Platón, Arístipo de Cirene, fue algo menos… trascendental. Fundó la doctrina hedonista, que establece que el ser humano debe dedicar su vida a buscar el bien supremo, e identifica dicho bien con el placer. Según él, hay que buscar el placer sensible y espiritual sin importar los intereses de los demás. Pero, como el placer más intenso es el sensible, hay que satisfacer ese más que el del espíritu. Y no solo eso, sino que hay que centrarse en el placer presente, sin preocuparse por el futuro, ya que este es incierto. Para suavizar un poco el asunto y no parezca que lo que propone es vivir en una bacanal constante, afirma que hay que elegir bien el placer que se quiere conseguir en cada momento, siendo nosotros quienes dominemos el placer y no a la inversa. Pero la cosa solía irse de las manos y el placer sensible terminaba inundándolo todo. El tal Arístipo, por supuesto, era una persona sin problemas económicos. Salvando las distancias temporales, fisiológicas y, probablemente, intelectuales, podría decirse que era como Paris Hilton: ricachón y con ganas de fiesta.

Evidentemente, la doctrina de Arístipo triunfó entre la gente pudiente: con todas las necesidades básicas cubiertas, ¿a quién no le gustaría dedicarse a vivir la vida a tope? Pero algunos de sus alumnos creían que su profe no estaba demasiado bien de la azotea. Entre ellos Epicuro que, aunque compartía con su maestro la idea de que el objetivo del ser humano es la búsqueda del bien supremo y la huida del mal, entendiendo el bien supremo como el placer y el mal como el dolor; clasificó los placeres. Estableció prioridades en la satisfacción de los mismos afirmando que, aunque los placeres del cuerpo son importantes, los del alma son superiores, más duraderos, y pueden atenuar dolores del cuerpo. A Epicuro y los epicúreos se les denomina por este motivo hedonistas racionales, frente a Arístipo de Cirene y los cirenaicos, a los que podría llamarse hedonistas viciosos.

Actualmente, el hedonismo original de Arístipo sigue teniendo bastantes adeptos. Suele ser gente podrida de dinero que ha dedicado su vida precisamente a eso, a pudrirse de dinero. Se me ocurre, por ejemplo, Hugh Hefner, el fundador de la revista Playboy, al cual es fácil tener una envidia malsana. Pero el hedonismo original también ha evolucionado, creando otras corrientes derivadas de él como el empirismo, el liberalismo, el utilitarismo (o hedonismo social), y el más reciente hedonismo ético. Todas ellas tienen en común la idea inicial de que el objetivo del ser humano debe ser la búsqueda del bien supremo, entendiendo este como el placer. Lo que diferencia a unos y otros es la definición de dicho placer y las reglas que hay que cumplir para llegar a él. El más sencillo de todos, por supuesto, es el original, cuya única regla es el “todo vale”.

Al comienzo de la columna planteé una situación un tanto surrealista que aún no he resuelto. Cuando vuestro entrevistador, al ver que en vuestro curriculum pone “filósofo hedonista”, os diga “Veo que es usted hedonista. ¿Hegesíaco?”, hacedme caso y responded un rotundo no. El tal Hegesias fue uno de los alumnos más oscuros de Arístipo y, como los placeres de esta vida le parecían pocos y difíciles de conseguir, afirmaba que la muerte era mucho mejor opción. Sorprendentemente tuvo bastantes seguidores, que acabaron como sellos en el suelo, colgados como chorizos, o rellenos de cicuta. Así que al iluminado de Hegesias se le consideró un inductor al suicidio y acabó no cayendo muy bien a la gente.

La próxima semana: el cinismo

 

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Hermann Gil Robles

Director de Inbound Marketing en Diis Mkt. Especializado en periodismo on-line con enfoque en arquitectura de información. Catedrático en el Tec Milenio y narrador. Autor de los libros: No hay buen puerto, Fuera de la Memoria, Los Sueños de los Últimos Días, La Ciudad del Olvido. Obtuvo el Premio Binacional de Novela 2016 Frontera de Palabras / Border of Words.

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