“Interrumpimos la conexión para dar una noticia de última hora. Se ha producido una explosión de gran intensidad en Seúl. Las informaciones son confusas, pero todo indica que se trata de una explosión nuclear. Seguiremos informando cuando tengamos nuevos datos. A continuación pueden seguir disfrutando del estreno de la noche del viernes.”
Tras una musiquita pegadiza, vuelve a aparecer Silvester Stallone en la tele del bar. El tipo gordo y bajito aparta la vista de la pantalla y apura la copa como si quisiera sustituir el oxígeno por alcohol. La deja con fuerza sobre la barra de madera, haciendo una nueva muesca en ella y atrayendo la atención del barman. También consigue la mirada de desprecio de una chica demasiado joven sentada a tres taburetes de distancia. El gordo la mira y suelta: “Esto se va a la mierda, preciosa. ¿Follamos? Tengo pasta”. Pero quien responde a esas palabras de lengua acartonada no es la chica, sino su novio que, tambaleándose, acaba de salir del baño. “¿Qué has dicho?”. El gordo intenta tragar saliva y, tras dirigir su mirada desenfocada a uno y otra, hace un gesto de indiferencia y responde: “Ya da igual todo. Le he propuesto dinero por sexo. Tengo pasta de sobra. Si quieres puedes mirar”. El botellazo deja inconsciente al gordo y el golpe en la nuca contra el reposapies de la barra le mata al instante, así que las patadas que recibe después solo sirven para que el novio se desahogue.