“Se ha filtrado el contenido de documentos encontrados en el orfanato cuyos directores fueron detenidos ayer tras un tiroteo, uno de ellos en estado grave. los documentos revelan datos contables que relacionan ONGs de prestigio internacional con el tráfico de droga y de personas. En otro orden de cosas, la liga de campeones sigue al rojo vivo…”
El cabo, sentado frente al portátil, pulsa el botón “intro”.
—Email enviado, señor.
El comandante cambia el gesto de desprecio que le está dedicando al telediario y observa la pantalla por encima del hombro del cabo. Le contesta con un gesto de satisfacción y unas palmaditas en la espalda, y las medallas del ejército norcoreano tintinean en su pecho cuando eleva el brazo para ponerse la gorra.
—Excelente, soldado. Avíseme cuando hayan contestado.
Gira sobre sus talones y camina hacia la salida del despacho. Pero cuando aún no ha tecleado la clave para abrir la puerta, el cabo dice en voz alta: “acaban de responder, comandante”. Vuelve a colocarse tras el soldado y lee la respuesta. Esboza una sonrisa macabra, levanta el teléfono y marca un número que solo él conoce. “Señor, acaban de enviarnos los detalles de su ofensiva. Sí, todo es tal y como lo acordamos. Ya sabemos que Estados Unidos cumple sus promesas.”