Escribo en el mismo lugar de siempre, en la misma computadora de todos los días, la misma columna desde hace casi un año; desayuné lo mismo que ayer y utilicé el mismo champú para lavar mi pelo. Sin embargo, algo dentro de mí me dice que nada es lo mismo, porque la vida todos los días es nueva.
Cada mañana es una promesa: nos brinda la oportunidad de volver a empezar, de recomponer las piezas, de realizar con más ahínco aquello que ya veníamos haciendo o de dejar todo atrás y reinventarnos esa vida que valga la pena vivir (como dijo alguien que ahora no recuerdo quién fue). Cada abrir de ojos, cada bocanada de aire que dejamos entrar a nuestros pulmones llevan implícitos esos actos de buena voluntad que nos indican que nada está terminado aún, que nada está dicho y que si no nos gusta el rumbo que llevamos podemos girar hacia otro lado.
Los seres humanos, a veces, creemos que estamos atrapados. Y sí, tal vez de cierta manera lo estamos, sin embargo, lo que más nos aprisiona son las creencias, las que en la mayoría de los casos ni siquiera son nuestras, sino que las hemos aprendido de quienes nos criaron y de quienes nos rodean. Del mundo que vemos allá afuera.
Ahora es tiempo de que veas el mundo que hay dentro de ti, de que sepas quién eres en realidad y de que sigas los dictados de tu corazón (sí, por más cursi que se escuche). La verdad está dentro de ti, porque sólo tú podrás saber qué es lo que quieres, únicamente tú podrás realizar tus sueños, nadie más los podrá hacer por ti; cada quien está en búsqueda de los propios.
No necesitas esperar a cumplir años, a que sea primero de enero, a que te corran del trabajo, a romper con una relación o comenzar una; la vida todos los días es nueva. Simplemente escúchate, y si para escucharte necesitas permanecer en silencio, sin hacer nada, no importa, date esa oportunidad, ya recuperarás el tiempo “perdido” cuando te encuentres fluyendo, deslizándote deliciosamente por el camino correcto, por tu camino.
Seguramente comeré lo mismo que ayer (tengo mucho trabajo para inventar un nuevo platillo), no importa, me sabrá diferente porque no soy la misma de ayer. Ayer hacía frío, llovía, hoy salió el sol.
Y a ti, ¿te inspira una vida nueva?…
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