Michael Ende, (1973), Momo, K. Thienemanns Verlag Stuttgart
Michael Andreas Helmut Ende (Garmisch-Partenkirchen, Baviera, Alemania, 12 de noviembre de 1929 – Filderstadt-Bonlanden, Baden-Württemberg, Alemania, 28 de agosto de 1995) fue un escritor alemán.
Michael Ende nos muestra una historia tierna, un relato de ciencia ficción. Ende narra los sucesos de una forma en cómo lo escuchó en un tren, donde según el, no tiene ciencia cierta de si pasó o no pasó, o por lo menos de cómo pasó. Nos podemos percatar de eso en el epílogo, donde el prácticamente confiesa haber simplemente escrito la obra tal cuál la contó el narrador, el compañero de viaje de Michael Ende (pág. 279).
El título de la obra es bastante simple, pues a primera instancia, uno no sabe de que trata el libro con tan solo verlo, así como su portada, no logré entenderlo sino hasta casi la mitad de la obra, lo cual me trajo en un dilema pensar en ello y continuar con la historia.
Momo, “es una niña de aspecto desusado, y acaso podría asustar a la gente que da mucha importancia al aseo y al orden” (pág. 13). Ella es quien aparece en unas ruinas, donde hay un muy antiguo anfiteatro del pueblo, los habitantes sorprendidos por el carisma de la niña, se vuelven sus amigos.
Entre ellos se encuentran “Beppo Barrendero y Gigi Cicerone, quienes fueron los mas cercanos a ella, también algunos niños con los que jugaría después, Paolo, Massimo, Blanco el niño tímido, La niña María y su hermanito Dedé, Claudio, también el tabernero Nino con Lilian, y su gorda mujer y el bebé, Nicola el albañil, etc…” (pág. 276).
La historia de Momo, habla sobre la amistad incondicional, cómo la paciencia con la que Momo escucha a Beppo Barrendero a pesar de ser tachado por loco (págs. 40 y 41). Además de que encontraremos un amor pueril y desinteresado, demostrado con hermosos cuentos donde Momo y el joven Gigi Cicerone el inventor de la historias son los protagonistas (págs 49-60).
La manera de cómo relaciona el autor los anfiteatros de las ciudades antiguas, con una ruina donde ahorita habita una niña me parece excesiva, primero hace descripción de estos hemiciclos para luego pasar a las ciudades actuales y decir que vive ahí Momo.
Es cierto que Michael Ende logra el objetivo de adentrarnos en las ruinas, sin embargo, es muy rápida la conexión entre la descripción de ella y de pronto, toda la gente se ocupe de ella y de su forma de vivir, pareciera que el autor ya quiere terminar el capítulo y lo recorta, pierde espacio con lo de los anfiteatros.
La intención certera del autor de adentrarnos en el ambiente de los sucesos, como la descripción de Momo, es imprescindible y especial, porque interesa al lector. El pasaje de Nicola, Nino y su pleito (págs. 21-24), hace pensar que todo el resto del libro girara en cuestiones ajenas a Momo, es decir, a historias que se suscitan en su “casa/anfiteatro” y que ella solo es un ente testigo de las anécdotas, pero al final del capítulo volvemos a ella cuando nos dice que escucha la lluvia, perros, gatos y grillos, etc… Aún así, sigo pensando, que tal vez también leeré anécdotas de estos mismos.
Ende, por medio de Momo, nos hace reflexionar sobre nuestra vida, de cómo sería si disfrutáramos nuestros días, cómo Beppo Barrendero dice, “a veces tienes ante ti una calle larguísima… solo hay que pensar en el paso siguiente… de repente uno se da cuenta de que paso a paso se ha barrido toda la calle, uno se da cuenta como ha sido, y no se está sin aliento” (pág. 42).
En un principio los hechos son creíbles, incluso bastante cotidianos, pues las actividades y características de los personajes son las de cualquier persona de pueblo, pero a partir de la mitad del libro, aparecen unos misteriosos hombres grises, amantes del tiempo, lo cual respondió a mi incógnita sobre la portada del libro, “vengo de la caja de ahorros del tiempo, soy el agente XYQ/384/b. Sabemos que quiere abrir una cuenta de ahorros en nuestra entidad. -Eso me resulta nuevo- contestó el señor Fusi” (pág. 66).
En este punto, empieza a distorsionarse un poco lo ficticio con lo real, donde aparece el tema principal, donde la amistad y el amor pueril giran alrededor de eso, el tiempo… Es como una analogía del dinero, que para nuestra sociedad actual, es una base fundamental, pues al parecer, Ende critica nuestro consumismo desmesurado y el neoliberalismo, haciéndonos caer en la cuenta que el tiempo es, sobre el dinero y las pertenencias, aún mas importante.
Momo, la única persona que sabe valorar el tiempo sobre toda las cosas, pues ella siendo humilde, sabe de la mayor riqueza en todo el mundo, son los momentos que pasamos con nuestros seres queridos, y el amor con el que ejercemos nuestros trabajo día a día. Por lo tanto ella se verá en una odisea por hacer entender esos a sus amigos, por medio de sus acciones. Ya que ella no es muy buena hablando pero sí escuchando. Momo no se encuentra sola, para esto, obtendrá la ayuda de la sapientíssima tortuga Casiopea y el maestro Hora, quien casualmente es anciano y se vuelve joven, como el compañero del tren de Michael Ende.
La obra Momo, va dirigida a adolescentes y adultos, quienes van aprendiendo a valorar el tiempo y el amor que tienen a lo que harán el resto de sus vidas, así como los momentos dedicados a las personas que aman.
Carlos Arturo Molina Quijano