Presentación del libro “El tren de los deseos” de Juan Manuel Carreño.

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Mejor lugar no podíamos tener: Este recinto cultural donde fue una vez una importante estación del tren en los inicios de nuestra ciudad, llamada “Antigua Estación del Golfo”, aunque revisando documentos históricos uno de sus nombres más completos era “Estación del ferrocarril de Monterrey al Golfo” (Al principio me preguntaba por qué el Golfo, era porque el destino de este ferrocarril era Tampico, donde está el Golfo de México).

En lo personal, tengo un sueño hoy en día, ver nuestro sistema ferroviario administrado por empresas nacionales, al menos en su mayoría. Recordemos, el país vecino se hizo una poderosa potencia gracias a la grandiosa inversión en vías ferroviarias a todo lo largo y ancho de Estados Unidos, gracias a la visión de Cornelius Vanderbilt conocido como el Comodoro, nuestra nación requiere visionarios mexicanos de ese calibre. Claro, sin el agobio del sindicalismo charro.

En el libro “El tren de los deseos” de Juan Manuel Carreño, tenemos oportunidad de explorar historias donde el tren es argumento, escenario y también el personaje. Carreño nos compra el boleto para disfrutar de la experiencia, es también el conductor y alimenta de imaginación a esa caldera ardiente transportándonos hacia épocas diversas, donde los sentimientos humanos hacen sus figuras en la cauda de humo dibujada en el cielo. Y más de una vez Carreño nos arrebata una sonrisa, y se agradece.

Permítanme, en este momento especial, compartirles dos experiencias personales con la figura del tren.

Cuando a principios de los noventas, visité por primera vez la ciudad de México, decidí hacerlo por tren, pues de niño me subyugaba esa imagen majestuoso y épico del tren, lamentablemente tomé un “tren pollero” y se detenía a cada ratito, a cada ratito, y a cada ratito, creo hizo casi dos días, no me acuerdo la verdad, pero se me hicieron 60 días de desesperación y bajé jurando no volver a tomar un tren, claro, no todos los trenes son así, pero estuve en el tren equivocado y mató esa ilusión de la infancia.

La segunda experiencia, en esos años también, fue cuando una mañana tomé un camión de Santa Catarina para ir al Centro, al trabajo, y al atravesar las vías del tren, se quedó atrapado en medio de las vías, no podía avanzar porque el tráfico en el Boulevard Díaz Ordaz estaba muy fuerte y veloz.

Tampoco el autobús podía hacer reversa, había una fila interminable de carros haciendo cola atrás, el camión iba bien lleno, no cabía un alfiler, yo estaba en sentado al lado de la ventana del lado derecho ubicado a mitad del autobús, y de repente escuché, de la gente del lado izquierdo, enfrente, los gritos ¡EL TREN, EL TREN, EL TREN! Y luego le gritaban al chofer (muy jovencito por cierto) ¡DALE! ¡DALE! ¡DALE!

Me podía imaginar la tragedia del camión de avanzar hacia adelante y chutarse algunos automóviles, de las tragedias la menor. Pero tragedia en fin. Mi corazón latió fuerte ante la desesperación de la gente sentadas al lado izquierdo, con sus ojos pelones mirando llegar la gran mole de hierro aproximándose hacia nosotros, su luminoso ojo de cíclope cada vez más cerca, entonces toda la gente se para de sus lugares y empiezan desesperadamente a apretujarse unos a otros, ante un grito de pánico unísono inolvidable, ensordecedor, de terror: ¡HHAAAAAAAAAAAAAAA! traducido sería algo como ¡ya me chingé! ¡ya me chingé!   

Entonces, el tumulto se tranquilizó. El tren milagrosamente se había detenido. Después, llegaron las mentadas de madre al chofer. Y al llegar al trabajo llegué traumado con “el sustote” y me comí un poco de azúcar, según la recomendación de los compañeros de trabajo.

En el libro “El tren de los deseos” de Juan Manuel Carreño, la lectura se viste con un overol verde olivo, paliacate rojo y se acomoda la cachucha. Los encantos y pesadillas del tren, sus paraísos y sus infiernos van y vienen sobre los andenes. La víbora de acero ondula en el horizonte al tenor del ¡Traca, traca traca traca!

El ulular del silbato del tren perfora el aburrimiento y sus volutas de humo blanco nos invitan a transitar por las vías de la aventura, la anécdota, la crónica, de todo un mundo resguardado en cada uno de los vagones de hierro asentadas en cada página.

Desde el peligro de la muerte de los fusiles revolucionarios, hasta el encuentro inesperado con una hermosa dama en el asiento del tren, nos pone nerviosos, inquietos  y nos hace sentir como una máquina a  punto de descarrilar.

Este es un pequeño ejemplo de las imágenes bucólicas encontradas en el libro El tren de los deseos:

“Ese brillante caparazón bañado por el sol y el traqueteo de la vía […] un estridente y largo silbatazo, acompañado del tintinear de su campana. El chirriar de los frenos alteró la monotonía del pequeño andén […] El tren se deslizaba por verdes campiñas y el sol navegaba en un insondable mar azul eléctrico, huérfano de nubes […] la tarde caía acribillada bajo un manto de estrellas”.

Juan Manuel Carreño lanza estas imágenes como ases sonrientes en su narrativa, demostrando porqué hoy por hoy es el cuentista más admirado de las letras regiomontanas.

También cabe resaltar su labor didáctica, nos muestra, sin los arrebatos de una historia celosa y oficialista, las andanzas del emperador de México, Maximiliano, quien contrató a ingenieros franceses para trazar las vías férreas de Veracruz a México.

Elena Poniatowska, en una entrevista en ocasión de su novela histórica “El tren pasa primero” nos dice: “La revolución mexicana se hizo en tren. La locomotora es la protagonista principal de la revolución. Pancho Villa volaba trenes para ganar batallas y destruía los rieles. Creo, el tren es una figura importantísima y olvidada. Ahora, para nuestra desgracia, ya no hay trenes de pasajeros. Es una pérdida enorme. El tren está ligado al destino, a la finalidad del hombre, al descubrimiento de horizontes nuevos”.

Agradecemos al maestro Carreño, su visión de compilar estos relatos dedicados a la magia tren, producto de sus participaciones en los concursos de cuento coordinados por Conarte, CRIPIL Noreste y la Casa de la Cultura de Nuevo León, llamado “Certamen Regional de Cuento Sobre Rieles” este año es su edición número catorce. Cabe mencionar, Juan Manuel Carreño fue ganador en el 2006 en el mencionado certamen y todos sus cuentos compilados en este libro ganaron al menos una mención honorífica.

El presente libro es testimonio de la labor importante de fomento cultural al tren, un transporte muchas veces incomprendido, a veces lejano, en estos tiempos de modernidad, donde la vida pasa a mil por hora, un tiempo marchando al compás de las manecillas de un reloj de bolsillo de un maquinista o peor, la vida escapándose como los relojes derretidos de Salvador Dalí.

Hoy hacemos un reconocimiento al tren; con sus virtudes y defectos contribuyó a la formación de nuestra actual metrópoli, ansiosa de tener nuevas aventuras sobre rieles.

 

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About Author

Fernando Arturo Galaviz Yeverino

Licenciado en Informática Administrativa, en FACPYA, por la UANL, gestor cultural, editor y artista visual. Ha cursado los talleres “Oportunidades de negocios en la cultura”, “Hacia la profesionalización del gestor cultural”, “Cómo constituir un programa comunitario de cultura con alcance territorial”, “Derechos culturales”, el curso “ABC para la creación de proyectos culturales”, además del seminario “Cómo iniciar tu empresa creativa cultural”, entre otros procesos formativos. Fue parte de la comisión de formación y reflexión de Nodo52 Red de Promotores Culturales de Nuevo León. Publica reseñas literarias para “Amazing Stories”. Ha publicado en los periódicos El Norte, Milenio y en el portal de Economía Cultural "Paso Libre". Ha publicado la antología de cuentos y poesía de ciencia ficción contemporánea de Nuevo León Mundos Remotos y Cielos Infinitos, las antologías de haikus de ciencia ficción, Cuadrántidas y Scifi-Haikai, la antología de literatura fantástica Borrosa visión en la lejanía, la antología El ojo de la palabra, poesía visual regiomontana, compiló el libro de crónicas del Dr. Galaviz Cruz Isaac F. (1917-2007) Voces del barrio de San Luisito, y es autor del libro de poesía erótica Afrodisiacos. Actualmente es consejero vocal de la disciplina de literatura ante CONARTE. Redactor y autor de las iniciativas ciudadanas denominadas “Ley de Educación, Producción y Fomento para la Industria Social Cinematográfica, Audiovisual, Animación y Trasmedia del Estado de Nuevo León”, y de la “Ley de Fomento y Desarrollo de las Artes, el Patrimonio y los Derechos Culturales para el Estado de Nuevo León” depositadas en 2020 y 2022 respectivamente, en el Congreso del Estado de Nuevo León.

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