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MONTERREY 416: LA CIUDAD INDEPENDIENTE, 1821-1846

Sin estar ajena a los hechos nacionales, la ciudad de Monterrey vivió los primeros años de independencia en plena incertidumbre. En mayo de 1824 el Estado de Nuevo León se integra ala Federación Mexicana, según lo habían dispuesto los diputados secretarios del Soberano Congreso General Constituyente.

Un reflejo claro de la ciudad de Monterrey es representado por el censo levantado en 1824. En él se informaba que en la capital y sus jurisdicciones había una población total de 12,282 habitantes. Existía una parroquia, una misión inconclusa, 20 haciendas, 20 rancherías, y 4 estancias. En la distribución de clases había un obispado vacante, 4 abogados, 86 estudiantes, 4 empleados en Hacienda Pública, 788 labradores, 65 comerciantes, 297 artesanos, 1,442 jornaleros, 2 cirujanos, 3 barberos, 3 maestros de escuela, 158 criadores, un notario, 3 pintores, 30 albañiles, 25 carpinteros, 20 sastres, 7 herreros, 10 plateros, 18 sombrereros, 28 zapateros, 7 curtidores, 12 obrajeros que trabajan frazadas y jergas, 9 panaderos, 3 coheteros y 8 alfareros. En las casas de comunidad existía un convento, un colegio de hombres, un hospital y una cárcel. Las principales actividades comerciales eran la agricultura, la siembra de maíz, frijol y caña de dulce, y la cría de ganados de toda especie. Dentro de la ciudad se forma el principal comercio con 18 tiendas de ropa mixta y 30 tiendas de pulpería. En el documento también se especifica que la sequía experimentada había provocado una disminución alta del número de ganado caprino y vacuno.

 

Uno de los problemas que enfrentó la ciudad de Monterrey durante sus primeros años como capital de un estado libre y soberano, fue la inseguridad pública propiciada por la falta de una autoridad fuerte que sometiera y litigara tales atracos. Los asaltos en los caminos, la depredación de los indios semi-nómadas en las villas del Estado, así como las constantes incursiones de los filibusteros (aventureros) norteamericanos fueron la causa de muchas desgracias en suelo neoleonés. Vicente Filisola, general en jefe del ejército del norte, aseguraba que la deserción de individuos de los diferentes cuerpos de armas, posteriormente se convertían en asaltantes de caminos, rancherías y poblados; Para 1850 el gobernador de Nuevo León Pedro José García presentaba un plan de defensa para combatir las constantes asoladas de los indios en el Estado; En circular enviada por Jesús González, Secretario de Gobierno del Departamento de Nuevo León, al Prefecto de Monterrey, le relata la acometida realizada por los aventureros texanos junto a varios ingratos mexicanos a la ciudad de Monterrey, los cuales se acantonaron enla Catedralnueva y realizaron varios intentos por tomar la capital. Estos documentos nos demuestran fielmente el grado de incertidumbre que vivió el Estado en esos años.