El ser humano siempre ha intentado darle explicación al mundo y a la vida. A estas explicaciones, dependiendo del contexto histórico, son vistas como mitología o religión. La muerte, y qué hay después de ella, es una de las incógnitas que han acechado al hombre desde sus inicios y que prevalecen.
Borges veía a la religión como la máxima creación de la literatura fantástica. Es desde ésta definición, que Soto Antaki muestra que las reglas de la narrativa también son obedecidas por los textos religiosos. En ellos podemos encontrar la figura del héroe, a Jesucristo, quien, desde ésta óptica borgiana, el autor busca divorciar la figura histórica de la figura religiosa. Y alrededor de éste personaje histórico se desarrolla el libro.
En el ensayo literario se busca explorar las diferentes particularidades que pueden llevar a un individuo a recurrir al suicidio. Un caso que plantea el texto es que la muerte de la figura histórica de Jesucristo fue, en realidad, un suicidio. El análisis del desarrollo de los eventos infiere que él siempre estuvo consciente que sus acciones lo llevarían a su final, convirtiéndolas en actos suicidas. «¿Pero la muerte de Jesús no es acaso un suicidio con bombo, platillo y utilería?»
Al hablar de la muerte, es inevitable no hablar de religión; la cual nos dice cómo debe de ser y qué propósito debe de tener el acto de morir. Para el autor, es más importante terminar la vida con lo que a uno le preocupa resuelto, a esto, él le denomina, el bien morir. Las propuestas de Reserva del Vacío son provocativas y, en casos, polémicas. Sin embargo, el autor aclara que ha recibido criticas positivas, inclusive, por parte de los grupos religiosos, lo que enmarca el éxito y aceptación de la obra que promete dejar huella en sus lectores.