La joven escritora Elizabeth Cruz Madrid presenta su más reciente obra Kisu y el baku (Ediciones El Naranjo), ilustrado por Silvana Ávila.
La historia está ubicada en Japón y trata de un niño que vive en las montañas donde a lo lejos se ve la Ciudad del Este, que siempre está iluminada. Kitsu inicia un viaje a la Ciudad del Este para conseguir aceite que su madre le pide para poder trabajar de noche. Tras el abandono del padre, la mamá de Kitsu comienza a arreglárselas para mantenerse a ella y a su hijo.
La trama se desarrolla a lo largo del viaje de Kitsu en donde comprende y enfrenta los problemas relacionados con el abandono de su padre y a la par ayuda a la Ciudad del Este a resolver los problemas con su gobernante que por sus mismas cuestiones mantiene la ciudad en un eterno desvelo hasta que se termine el castillo de muñecas que le mandó a construir a su hija.
Así es como Elizabeth le apuesta a la literatura infantil como una buena opción para abrir la mente y la imaginación de los niños. La historia retoma lugares y características de seres mitológicos atribuidos a los personajes principales, además de abordar una temática fuerte como el abandono de un padre y sobre todo la representación de como el niño afronta éste problema.
Elizabeth apuesta por historias dentro de la literatura infantil que más que entretenidas lleguen a ser significativas en su vida y explica que es importante que a los niños se les explique y se les involucre, incluso en los problemas ya que ellos son capaces de darse cuenta de las cosas que suceden a pesar de que no las comprendan en su totalidad.
Asimismo nos cuenta que en su experiencia a los niños puedes hablarle de cualquier tema, por más escabroso que sea, siempre y cuando el tono y la forma de tratar la trama se desarrolle de manera adecuada para llegar a la comprensión de estos pequeños humanos. Dentro de su escritura, principalmente dirigida a niños, Elizabeth los trata con mucho respeto y con demasiada confianza en su credulidad y en su capacidad de comprender las cosas.
Entiende además que en efecto a un niño le falta por comprender muchas cosas del mundo y es precisamente por eso que se ha dedicado a escribirles, para acompañarlos en ese camino de crecimiento en donde se adquieren distintos conocimientos.
Elizabeth escribe desde la mirada de la niña que ella fue, lo que le proporciona a su escritura mayor empatía con su público a parte de la confianza que tiene en la lectura y en los niños en general.