Magia literaria oculta entre símbolos

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El último amor en Constantinopla, Milorad Pavic. Ediciones AKAL: 2000

por Leonardo González Romero

Todo se trata de sexo, excepto el sexo. El sexo se trata de poder

Oscar Wilde

Texto sacado de una enciclopedia:

«El origen del Tarot se asocia a los sacerdotes paganos de los misterios griegos de Eleusis, y algunos creen que deriva de la tradición de los cultos a Hermes. Los gitanos suelen usar estos naipes para la adivinación»

La cruz, como representación del cristianismo, puede llegar a ser, quizá, el símbolo más obvio que identificamos las personas en occidente, ya sea por la popularidad de la religión o por la del elemento. El último amor en Constantinopla es una novela riquísima en el arte de lo simbólico. Milorad Pavic hace un uso maestro de este recurso, en donde se deshace completamente de esas frases escuetas que como lectores llegamos a considerar como una verdad absoluta y universal y da pie a diversas interpretaciones basadas en los significados que le damos a las diferentes alegorías o símbolos que nos muestra en su obra, creando así un ambiente mucho más íntimo y personal entre el lector y la novela.

No siendo esto suficiente, y considerándolo como el principal atractivo de esta magistral creación literaria, la novela se encuentra estructurada en veintidós capítulos, inteligentemente desarrollados, cada uno como representación de los Arcanos mayores, una serie de cartas marcadas del 0 al 21 que forman parte de los naipes del Tarot. De esta forma nos encontramos con dos niveles de lectura: el tradicional, capítulo a capítulo, y otro más espontáneo, haciendo uso del sistema de adivinación del Tarot y siguiendo las instrucciones que se especifican al final del libro, con las diferentes formas de tirar las cartas para su consiguiente interpretación. De esta manera, el libro crea una especie de relación mística con el lector, atrayéndolo de forma increíble, ya sea si cree o no en el arte de la adivinación.

La trama se desarrolla, tal cual lo dice su título, en torno al amor, pero esto no es una limitante para no encajar en ella un sinfín de planteamientos, parsimoniosamente colocados en la historia de dos familias, con el trasfondo de las guerras napoleónicas, cuyos miembros se han ido relacionando, a lo largo de sus vidas, mediante una serie de encuentros y andanzas que van marcando su destino. Más claro: el amor entre los miembros de dos familias, los Opujic y los Tenecki, enfrentados por la guerra; todo esto con un estilo algo mágico que refuerza el toque místico de la novela.

En el Tarot encontramos el principal simbolismo de la obra: una clara referencia al tiempo, más precisamente al futuro. Vislumbrar los acontecimientos venideros se vuelve un tema esencial de la novela; un ejemplo de esto es la escena donde a Haralampije Opujic, el padre de la familia de los Opujic, un soldado francés respetado y temido, le leen una parte de la Iliada: como resultado nos damos cuenta, tras reflexionar sobre los paralelismos entre la historia de la novela y de la epopeya griega, de que resulta ser la historia de alguien que ve el futuro tal y como va a suceder; justo cuando un soldado se harta de esta visión, se levanta, va y hace exactamente lo que en el texto fue predicho que haría; hasta en la palabra “predecir” se resalta esa relación entre lo que es el texto pasado y el futuro real. Ésta es una idea sentencial, pues permite ver la influencia de este tipo de textos que parecen fundacionales, como si nuestro propio destino estuviese escrito ahí, en la ficción, en la mitología, en la literatura. En esta misma escena, Haralampije Opujic se molesta cuando el lector del texto habla en primera persona, pues habla de una realidad ajena como si fuera suya; esto subraya la idea de la relación estrecha entre lo leído y la vida y crea un juego metaficcional que podríamos interpretar como si el propio Haralampije se molestara con el lector si consideramos a la lectura ajena y ficticia y no como si estuviésemos leyendo sobre nosotros mismos, sobre nuestro futuro: como si estuviésemos leyéndonos el Tarot.

El aspecto sexual es otro de los símbolos que aparecen en la obra: el relato da pie a distintas interpretaciones en varios niveles, mostrando toda una gama de filosofías del amor y presentando a un Pavic maduro con una mentalidad muy abierta y artística, alguien que comprende la sexualidad como un acto de verdadera humanidad y amor, creando dudas sobre la posición del hombre y la mujer en la relación, de ahí que no sea extraño que en el libro haya tantas referencias sexuales mitológicas que se cuestionan las tradiciones de la relación en pareja. Una forma de explicar esto es la imagen de un centauro que mama de una mujer que lo cabalga ¿Qué significado podríamos darle a esto? ¿Que la mujer es, en ese caso, quien decide el curso hacia dónde se va; que el centauro no está viendo el camino y prefiere mamar de la mujer? La leche como un símbolo de maternidad; ¿una especie de relación de beneficio mutuo?, ¿alguno de los dos se aprovecha más que el otro? ¿Quién tiene el poder en la pareja centauro-mujer? No es gratuito que la imagen masculina sea la del centauro que, en su concepción mitológica, posee una fuerza “varonil” llena de libido, violencia y bestialidad, representación del barbarismo y lo salvaje, cosas que en la imagen, al estar a merced de la mujer, no ejerce.

El último amor en Constantinopla es una novela bellísima, estructuralmente compleja, simbólica hasta la última página. Tanto el contenido como la forma convergen en una celosa sincronía, una sola creación, una creación perfecta que ni oculta ni muestra de más. Deja huecos que alimentan nuestro espíritu de curiosidad, percepción e intuición, como cuando intentamos darle sentido a la adivinación. Leerlo de la manera fragmentaria, siguiendo el alma simbólica del Tarot, nos obliga a preguntarnos cómo es que tal o cual personaje ha llegado a alguna determinada situación en la trama, se vuelve una experiencia similar a preguntarnos qué cosas tendrán que pasar para que se cumpla una profecía; esa necesidad que sentimos de especular, de vislumbrar, de predecir.

El presente texto forma parte de 101 Libros, un programa de promoción de la lectura auspiciado por el Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural Municipal de Culiacán. La intención de dicho proyecto es acercar 101 títulos de la literatura contemporánea a un grupo de lectores jóvenes con el fin de ampliar los horizontes de cultura, los referentes literarios y el pensamiento crítico.

Autor de la reseña: Leonardo González Romero

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