Vientos de Cambio
El viento que arrasa, Selva Almada. Mardulce: Madrid. 2015.
Reseña por Yesenia Loza Cázarez
Cuando la paz y armonía que ofrecen la rutina y el confort del día a día se ven afectadas, ocurren cambios importantes en las personas. Salir de aquellos pensamientos y actividades a los que vivimos acostumbrados no es una tarea que dependa únicamente del valor personal, sino también de la influencia de vientos exteriores. Existen vientos tan fuertes que en lugar de rozarnos las mejillas con un débil soplo arrasan completamente con nuestra figura, siendo capaces de colocarnos en sitios diferentes a nuestro lugar de origen y con cambios radicales en nuestra persona, tanto interior como exteriormente.
¿Cuándo es el mejor momento para dejarnos llevar por el viento? Debería de ser posible en diferentes tiempos a lo largo de nuestra vida. ¿Cuándo es el mejor tiempo para ello? Seguramente lo es la niñez y adolescencia, donde aún somos frágiles y al viento le resulta más fácil jugar con nuestra personalidad para forjarnos como la persona que finalmente llegaremos a ser. Pero, ¿qué ocurre cuando alguien que ha crecido entre vientos desérticos de repente se ve azotado por vientos marítimos, cuando los pensamientos y la forma de vida con los que convivimos siempre se ven interrumpidos por la invasión de estas nuevas ideas desconocidas y distintas a lo que estábamos acostumbrados?
Arrasadora y atrapante es la historia que nos presenta Selva Almada en El viento que arrasa: personajes cuyas personalidades se han visto forjadas por fuertes corrientes de aire que pueden compararse en magnitud e impacto, pero que varían en cuanto a la condición ambiental de donde surgieron. El gringo Brauer y el joven Tapioca, ambos unidos por un lazo de padre e hijo, pasan sus días en un taller, rodeados de grandes cantidades de automóviles sin funcionamiento, acompañados de la fuerte resolana y las altas temperaturas características de algunas provincias argentinas.
El Reverendo Pearson, un fiel seguidor de la religión que ha adoptado como su tarea esencial la predicación de la palabra, se encuentra de camino hacia un pueblo a cumplir su labor. Acompañado de su hija Leni, el evangelista se vio atorado en medio de su travesía por los desperfectos de su automóvil teniendo que recurrir a la ayuda de los expertos automotrices. Una soleada tarde y una lluviosa noche es lo que la naturaleza ofrece al encuentro de estos personajes, de estas corrientes de viento.
La tarde que fuertemente iluminaba el paisaje es la que acompaña el encuentro entre nuestros personajes: sus primeros diálogos, reacciones y pensamientos, que en primera instancia serían cálidos y pasivos entre sí. A partir de esto nos es posible conocer las historias y personalidades de cada uno: los primeros en dar este paso son Leni y Tapioca, a quienes la similitud de edades unió y permitió que encontraran algo especial en el otro. Diferentes en cuanto a la formación que recibieron de sus padres, pero semejantes a partir de las inseguridades personales que sienten, generadas por el mismo encuentro y por la ausencia de una figura materna en la infancia de ambos.
Con el avance de las horas y bajo las nubes empujadas por el viento tiene lugar la conversación entre el Reverendo Pearson y Tapioca. El primero ve en el joven a alguien con potencial para acercar al camino de Dios. Discursos, reflexiones y debates internos son los que tienen lugar en la mente del chico quiensorprendido y encantado por las lecciones aprendidascomienza a forjar su propia postura ante una vida de la mano de Jesucristo.
Al ser tan trascendentes las palabras del evangelista en el chico, se despierta en él la intriga por conocer más acerca del personaje del que le habían hablado, pero ahora quiere escucharlo a través de las palabras de su padre. Los ideales de Brauer difieren de los de Pearson ypor lo tanto, toma una postura de rechazo ante la idea de que su hijo se acerque al mundo religioso.
Tapioca se encuentra confuso ante este choque de corrientes y lo aborda la voluntad de liberarse del calor de su hogar para buscar su propio camino guiado por las ideas que decida adoptar para sí mismo. Tapioca no es el único que comienza a contemplar la idea de revelarse ante su padre sino también Leni quien, a diferencia del chico, desea abandonar su vida nómada de viajes religiosos para formar un hogar propio. Todas estas ideas forjadas por los deseos internos de cada uno sobre cómo les gustaría vivir sus vidas tienen lugar sólo en sus mentes, pero pronto se materializan en forma de palabras a través del discurso que tendrá lugar en el gran choque de vientos.
Mientras que Leni y Tapioca se ven azotados por la ventisca de ideales, Brauer y Pearson se mantienen fijos ante sus posturas y es que, entre más años de vida tienen las personas, es mucho más difícil que permitan que vientos exteriores entren por la puerta de la entrada y salgan por el patio trasero tras haber arrasado lo que hace tanto tiempo se formó en el hogar. El evangelista, tras su reflexión bajo los rayos del sol y el árido clima, decide proponerle al padre de Tapioca la posibilidad de llevárselo con él para que se integre a su papel como futuro cristiano, por lo que decide acercarse suavemente al mecánico para conversar.
Los diálogos entre ambos son algo leves durante la tarde, donde hablan acerca de cómo va la reparación del automóvil y de lo curioso que es el paisaje donde se encuentran, pero después de este cruce de líneas se denota la actitud defensiva de Brauer ante Pearson tras conocer los fines con los que se ha acercado a su hijo. El evangelista percibe esto y reconoce que su tarea se verá afectada por la fuerte autoridad del padre de Tapioca y que es necesario tomar cartas en el asunto antes de que el coche esté listo para su partida.
La noche, oscura y lluviosa, es testigo de la tormenta que tiene lugar en el taller de Brauer. La primera llovizna refresca el tacto paternal que comparten Brauer y Pearson por sus hijos, entablan un diálogo tranquilo de recuerdos, risas y cervezas, que mantienen a Tapioca y a Leni en un estado de confort. Esta comunión se ve interrumpida por la propuesta del evangelista que pide llevarse a Tapioca hacia su destino: rápidamente Brauer se rehúsa a ello y tiene lugar el choque de vientos frío y caliente para dar rienda suelta a una tormenta. Roces de palabras e impactos de golpes que terminan en prendas sucias por el enfrentamiento en el lodo despiertan los sentidos de los jóvenes y estos deciden hacer escuchar sus ideas ante los oídos de sus padres. En el encuentro de estas cuatro corrientes de aire es posible que una de ellas se vea influenciada por una más fuerte y se deje llevar hacia el sendero por donde ese viento va arrasando.
¿En qué momento los ardientes vientos del desierto se vuelven cálidos para tornarse fríos? ¿Cuándo el viento del mar, paseante de las olas, se vuelve sedentario? Sin duda ambos cambian con el encuentro: aquel que tiene cita con fuertes corrientes exteriores que provienen de diversas partes del mundo y aquellos cuya influencia es tan grata que nivela la temperatura y magnitud de nuestros soplos. Todos crecemos siguiendo una corriente maternal que nos cría, pero conforme crecemos nos vamos haciendo de alas para poder alcanzar el destino al que queremos llegar. ¿Cuándo podemos abandonar el nido en el que crecimos? Cuando sintamos que nuestras alas son lo suficientemente fuertes para sostenernos en el aire. ¿Cuándo debemos dejarnos llevar por el viento? Cuando este nos ofrezca las condiciones que necesitamos para volar.
La escritura de Selva Almada, a través de los diálogos y de la descripción, es capaz de trasladar al lector a las provincias calurosas de Argentina; nos acompaña en el debate interno sobre las concepciones religiosas y los ideales de los personajes. De esta manera logra adentrarnos en el conflicto que tiene lugar en la historia, desde lo familiar hasta lo ideológico. El viento que arrasaes una novela que no sólo nos acerca a sus personajes y su historia, sino que también logra envolvernos en un ambiente familiar bastante íntimo al que podemos entrar a través de nuestra propia experiencia personal.
El presente texto forma parte de 101 Libros, un programa de promoción de la lectura auspiciado por el Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural Municipal de Culiacán. La intención de dicho proyecto es acercar 101 títulos de la literatura contemporánea a un grupo de lectores jóvenes con el fin de ampliar los horizontes de cultura, los referentes literarios y el pensamiento crítico.
Autor de la reseña:Yesenia Loza Cázarez