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Estamos hechos de recuerdos

Estamos hechos de recuerdos

Cuento / Por Esteban Sevastian

Unos instantes antes de morir, su mirada se cubrió de una neblina espesa de recuerdos. Era tarde, el sol agonizaba tras las montañas, las sombras parecían empujar los últimos rayos del sol al horizonte y un resplandor débil acariciaba las hojas de los encinos que las aves perfumaban con su canto: era un atardecer hermoso en la pequeña villa de Rigo. Sin embargo, para Jorge, hacía cuarenta años que aquello no era más que un cúmulo de saetas que cercenaban el poco corazón que le quedaba. Ángela, sí, Ángela era la mujer que pintó de amargura todo aquel paisaje de felicidad. Bastó la rosa que le regaló, aquel primer día de abril para dejar sin olor todas las rosas, no… todas las flores; la estrella de aquella noche, para obscurecer el universo; el carmín de sus labios, para decolorar todas las puesta del sol; dos canciones, para arrebatarle la razón; una carta, para fijarse en su memoria; un mal cuento que ella inventó, para robarle el corazón y un poema, sí, un poema para arrancarle el alma. Nunca pensó que al paso del tiempo, se quedaría sólo acariciando en la obscuridad la luz de los recuerdos.

Y los grandes ojos café de Ángela, bajo las cuales, sin remedio su espíritu cedía, obligaron a Jorge a clavar su mirada al suelo el resto de su vida. Aquel dichoso pasado le volvió insoportable el presente, el futuro y la vida. Él se dio cuenta que estaba contaminado por la soledad, la soledad se hizo metástasis y murió. Una agonía que había comenzado hacía más de cuarenta años y junto con ella la maldición de ese sueño que le acompañaba cada noche de su vida en donde se veía arrojado de los labios de Ángela en un gélido esqueleto al suelo, cual semilla de ciruelo después de ser absorbido todo, inclusive su fecundidad. Despertaba con la almohada húmeda y bañado en sudor, diciendo : “Se llevó todo”. Momentos antes de morir sentenció entre frases entrecortadas: “Estamos hechos de recuerdos”. Mientras tanto, el sol agonizante expiró su último rayo y se hundió en la obscuridad.