La casa del horror político en Estados Unidos

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El artista mexicano Pedro Reyes montó en Nueva York la obra de teatro inmersivo “Doomocracy”

Cualquiera que entre a una casa del horror, por mucho que se asuste, sabe que al salir no tendrá de qué preocuparse, que el mal sueño quedó atrás. Pero de la casa de los horrores políticos de Estados Unidos, que en ese país está presentando ahora el artista mexicano Pedro Reyes, no se puede salir sin llevarse cada uno de los fantasmas que allí se enfrentaron.

Pedro Reyes, escultor, arquitecto y creador de proyectos artísticos tan complejos como Disarm y La revolución permanente, creó con el apoyo de Creative Time (organización de arte público sin fines de lucro) Doomocracy, una instalación inmersiva que lleva a los espectadores a vivir situaciones que critican la política, economía y sociedad de los Estados Unidos.

“Me pareció que era como una forma de hablar de política de una manera entretenida porque son temas que si los tratas de una manera seria son súper deprimentes —describe en entrevista desde Nueva York Pedro Reyes—. Es una crítica a la ideología y a la política estadounidense, no necesariamente centrada en su gobierno sino, más bien, en el fundamentalismo de los norteamericanos, que tiene que ver con sus obsesiones por las armas y por un estado de guerra permanente, su adicción a las drogas de laboratorio, sus problemas de abuso de la policía, su comida chatarra, su fundamentalismo religioso, su racismo, etc”.

La obra lleva cinco semanas de presentarse en el Brooklyn Army Terminal, de Nueva York, y mañana ofrecerá la última función; el impacto ha sido tal que no hay ya boletos para las últimas funciones; más de 15 mil personas han asistido a las funciones y medios como The New York Times y New Yorker han hecho reseñas del concepto que cuestiona los poderes político y económico, así como a la sociedad.

“Creative Time me invitó a hacer un proyecto de arte público a comienzos de año; viendo que iba a coincidir con las elecciones y con Halloween me interesó el formato de la casa de los sustos porque es como una tradición”. El artista detalla que la producción contó con un apoyo de 600 mil dólares que consiguió Creative Time con fundaciones como la Ford, la Lambert y la Stavros Niarchos del Departamento de Asuntos Culturales de NY.

Reyes, que define a Donald Trump como un síntoma de una parte muy oscura de EU, no duda que muchos de los problemas que para los mexicanos son muy evidentes también están muy presentes en ese país. “Hay más corrupción aquí que en México. Aquí, en lo que va del año, ha habido 800 muertes a manos de la policía y ninguno de esos policías ha sido enjuiciado. Eso es corrupción”.

Doomocracy es como una obra de teatro que transcurre en espacios diferentes donde actores representan las diversas situaciones. En grupos de 12 los espectadores pasan por cada uno de los cuadros y se enfrentan a situaciones relacionadas con la violencia policiaca, la venta de armas, la destrucción del planeta, la guerra de EU en los países de Oriente Medio, entre otras. “Estos temas sirvieron como una estructura para generar un guión en donde el público va moviéndose a través de 15 habitaciones distintas y en cada una hay una escena de teatro que dura cinco minutos; los actores interactúan con el espectador. Es una especie de diorama, una experiencia inmersiva a la atrocidad de la sociedad norteamericana”.

El Brooklyn Army Terminal fue una base militar que se hizo para la I Guerra Mundial. Su pasado es algo que a Reyes le sirve para el discurso de su obra: “Ahí se hicieron las bombas con que se destruyeron catedrales y ciudades de Europa, y murieron millones de personas, entonces es como una de estas grandes fábricas de la muerte. Me burlo de ello haciendo una estatua de la Libertad en forma de Caballo de Troya para hablar de que supuestamente Estados Unidos va por el mundo exportando la guerra en nombre de la democracia y la libertad. Es absurdo que sientan que el mundo los va a atacar cuando se la viven destruyendo países”.

El recorrido. La primera experiencia en la obra es el shock de encontrarse con la policía; los espectadores toman una especie de camioneta y de repente les llega una patrulla. “La gente se pone totalmente paranoica porque tienen ese chip incorporado de que en cualquier momento los pueden matar”.

En la siguiente escena, una actriz pide ayuda para conseguir drogas, drogas de laboratorio. “Las farmacéuticas han causado una epidemia con esas drogas que son mucho más adictivas y peligrosas que cualquier droga ilegal. Fue mostrar que los productores de drogas sintéticas son unos narcotraficantes de cuello blanco”.

Una escena más adelante, se habla del aborto a partir de un musical, una parodia de Vaselina, en la que un grupo quiere quemar a una mujer, que parece una bruja, porque quiso abortar. “Lo que se festeja en Halloween fue un feminicidio que fue causado por la iglesia, donde murieron miles de mujeres por querer tener control de su cuerpo. Ese problema resurgió con el tema del aborto”, afirma. La obra habla también del calentamiento global; aquí los espectadores se enfrentan a un futuro donde es imposible vivir en la Tierra. También se describe en otra escena la disparidad económica.

“Lo que me interesaba del formato de la casa de los sustos es que es una experiencia masoquista, pero en lugar de usar monstruos imaginarios era usar monstruos reales. Aquí no tienes el consuelo de que vas a salir y esos monstruos no están; no, aquí siguen. Tiene que ver con que se está viviendo una psicosis con las elecciones, en Estados Unidos y el mundo; todos están apanicados porque Trump tiene muchas posibilidades de ganar. Me interesaba crear una especie de catarsis, que en griego significa purificación. Lo que hace el teatro a través de este ritual es que el espectador vomita esa sustancia tóxica, la catarsis lo lleva a reír y gritar del esperpento que es la política”.

Reyes, junto a un equipo de 40 actores, más todos los integrantes de la producción y de la mano del curador Nato Thompson y del director Meghan Finn, propuso una especie teatro político, sin hacer panfleto. Y aunque la obra no se propuso hablar directamente los candidatos a la presidencia, la escena final es un partido de futbol entre dos grupos, unos que portan máscaras de la cara de Hillary Clinton y otros que llevan las de Trump, y que patean un balón que es el planeta Tierra.

“Es una obra que abiertamente va contra Trump”, afirma Reyes y sobre él abunda: “Es un síntoma de una parte muy oscura de los Estados Unidos que tiene que ver con una gran ignorancia del resto del mundo, que tiene que ver con una gran prepotencia de los blancos en contra de todos los otros grupos, que tiene que ver también con un problema moral muy grave que tiene el partido Republicano y también con una idea muy vulgar de lo que es el capitalismo. Trump representa el ‘todo se vale’ y por eso es que el discurso moral se ha degradado, porque lo apoya una gran parte de los Estados Unidos que tiene muy poca educación y poco mundo, una parte que sí da mucho miedo. Él destapó la coladera de una mentalidad que representa un verdadero peligro para el mundo”.

Reyes resalta lo que el arte permite para ser espejo de la realidad: “Es como una especie de rebeldía, una especie de ejercicio de libertad de expresión, el poder expresarte con tal libertad y hacer una crítica también es algo que se celebra al fin y al cabo. La mayoría de las veces es más el artista el que decide no tocar los temas y eso es en realidad lo que es más importante combatir, los mecanismos de autocensura”.

-¿Te estás refiriendo a Estados Unidos o a México?

“En general. Creo que el primer enemigo a vencer es la autocensura. Pensé que la gente se iba a enojar porque me burlaba del icono de Nueva York que es la Estatua de la Libertad y todo el mundo llega y se hace una selfie ahí. La obra le ha encantado a la crítica. Yo aproveché para decir: ‘si lo que quieren es shock, pues véanse en el espejo’. La obra es un espejo de la sociedad y de los roles de la sociedad norteamericana”. Sobre la posibilidad de hacer una casa de los sustos en México, Pedro Reyes dice: “Sería con un tema distinto y sería igual o más terrorífica, tal vez para las elecciones dentro de dos años, seguramente ahí estarían Duarte, Peña Nieto, Ayotzinapa, personajes del terror no nos faltan a nosotros”.

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