Chuchito (Cuento)

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Todos me dicen que no tengo amiguitos, pero eso no es verdad. Bueno, no tengo amigos; pero tengo una amiga con la que hablo remucho todas las noches hasta que mi má me regaña y me dice que deje de estar secreteando como loco y me duerma.

Pero no estoy secreteando, sólo le cuento a mi amiguita lo rebonito que es ir a nadar al río. Cuando mi má le da un resoplido a la vela y ya todo se queda obscurecido, por el techo agujerado de mi casa se miran las estrellas; mi amiga es la que tiene más luz y se asoma por el hoyo más grandotote del techo. Ella nunca me ha contado cómo es el cielo: es callada y rebrillante. A veces creo que me habla cuando me encandila los ojos y que yo no le entiendo.

Si llueve mi amiga no viene, esas noches un chorro de agua entra de a mucho donde mis pás y yo dormimos. Me gusta la lluvia pero no me gusta que llueva por las noches, pues no viene mi amiga y aparte se moja todito el suelo y pos yo duermo en el suelo. En mi casa yo soy el atrapador de agua, pero como sólo tenemos tres botes y hay veinte hoyos en el techo pos la casa termina hecha un río. Eso de poner botes no sirve de nada, mi má eso no lo sabe y yo no le pienso decir nadita. Cuando yo sea regrandote voy comprar un balde para cada hoyo y ya no nos vamos a inundar.

Esta noche está lloviendo, siento regüelto el corazón y me duele respirar. Hoy al caer  la primera gota yo quise poner los botes y mi má no me dejó, me sentí malo por no hacer mi trabajo. Mi má me mira y se pone a llorar, yo no entiendo por qué. Yo me siento refeliz, pos siempre soñé con tanta atención para mí solito, hasta mi pá que siempre se acerca para mandarme o pegarme me acarició la frente, me levantó del suelo donde duermo y me puso en su cama de palos de limosnillo, aquí es el único lugar donde no cae agua. Yo pensé que no me querían, ¡tonto, Chuchito! Hasta se olvidaron de mi hermanito para cuidarme a mí, ¡imagina cómo te quieren, tarugo! Hay remucha gente en mi casa, con las caras apachurradas, ¡sepa qué pasa! Yo no entiendo muchas cosas, con decir que apenas me enteré de mi nombre verdadero, resulta que me llamo Jesús y no Chuchito. Siempre me decían: Chuchito ve por agua, Chuchito ve por tortillas, Chuchito la leña, Chuchito amarra el burro, Chuchito cuida a tu hermanito, Chuchito, Chuchito para todo. Por eso siempre pensé que me llamaba Chuchito.

Hace bien poquito me enteré de mi nombre, cuando mi má fue por mí a la escuela, bueno, la verdad fue porque el maestro la mandó llamar, pero yo quiero pensar que fue por mí, es como robar amor. Desde muy chico aprendí a robar cariño a mis pás, aunque mi pá es listo, y tardo más; se siente refeo, aparte de tener hambre en las tripas, también tener hambre en el corazón. Ese día, recuerdo rebien, mi má le preguntó al maestro que cómo le iba a Jesús en la escuela y el maestro le dijo que aparte de que Jesús no va a la escuela era rebruto para aprender y nunca llevaba la tarea. Allí yo ni sabía quién era ese tal Jesús, hasta que má me dio una guamisa en frente del maestro, hasta tons supe que era yo.

Me gusta aprender remuchas cosas, pero cómo aprender los números con una tortilla en la panza; en la escuela sólo pienso en la torta del maestro y en lugar de ver las letras veo reclarito el jamón salido del pan. Yo nunca he probado una torta pero si la he olido, mi maestro se la come en el recreo y yo paso muy cerquita de él y respiro de a mucho y rápido pa´ ver si eso me llena poquito la panza; por el olor casi sé cómo sabe una torta. Yo ya no quiero decirle de nuevo a mi má que me quedo con hambre, pos se pone triste, baja la cabeza y aunque está a mi lado la siento relejos porque no me escucha cuando la llamo. Ya llevo dos años en el mismo salón, soy reburro para aprender. Pero la tarea es otra historia, nunca llevo la tarea porque me escapo antes de terminar la clase para huir de Rodo, Pancho, Trino y Ramón. Si me encuentran por el camino me golpean y como la escuela está lejos por el campo, me agarran y me bajan los pantalones y… se me atoran las lágrimas en el pescuezo, pero es mejor, no lo puedo decir ni en mi cabeza; mi má puede escuchar, enojarse y pegarme y dejarme más tiritado y debilucho. Eso sí, luego me duele hasta pa´ ir al baño. Por eso salgo antes de la escuela pero a veces ni así me salvo de ellos.

La mayoría de los niños me dicen “joto”, la verdad ni sé que es eso, pero no me gusta. Cuando sea grande como mi pá me voy a defender, ahora estoy enano y me toca aguantar. Nunca le pienso decir nada a mi pá, segurito me suena, él no es malo, a veces se le atora el coraje en el pescuezo y por eso grita y me pega. Por lo menos en eso ayudo en la casa en sacarle el coraje a mi pá, pues casi no sé hacer nada. Si me alivio de la tiritadera ya no voy a correr, si mi pá me quiere pegar voy hacer como un tronco que no siente para verlo contento. Mi pá a veces le pega a mi má eso si que no me gusta. Una vez le dije a mi má que un día la iba a defender, pero me gané una regañiza. Me dijo mi má que si le pego a mi pá se me van a secar las manos, y yo no quiero eso, luego cómo atrapo chapulines en el monte. Me dijo que no me preocupe que los golpes de mi pá no le duelen ¿Sino le duelen, por qué llora sola por las noches cuando pone el nixtamal? Yo la he cachado llorando más de una vez pero me hago el zonzo, clarito veo cómo la lumbre le prende las lágrimas. Si veo llorar a mi má, mis ojos son bien copiones y comienzan a llorar también. A veces me abraza pidiendo perdón por ella y mi pá, pero, ¿qué le puedo perdonar yo si son regüenos conmigo?

Dicen en mi casa que sólo sirvo para comer, eso no es cierto. Soy regüeno pa´ rezar, en la doctrina fui el primero en aprenderme el Padre Nuestro sin tartamudear, hasta me gané dulces. Doña Cuquita me dijo que si sigo así repronto me voy a bautizar. Ya tenía reharto sin comer dulces, hasta mis dedos salidos de mis zapatos rotos parecían estar contentos. Pero pronto se me acabó la alegría, Rodo y sus amigos me quitaron mis dulces, pero salí ganando esta vez no me golpearon ni… bueno, no quiero decir lo que me hacen, mi má puede escuchar, ella escucha mi corazón y mis ojos retramposos siempre le dicen cuando hago travesuras, ¡y ándale!, cueriza segura.

Yo no sé qué me está pasando ahora, yo me siento poquito mal. Llegó la curandera a mi casa con hartas hierbas y copal. Hasta doña Cuquita de la doctrina está aquí, pero estoy resentido con ella, me dijo que Dios se llamaba como yo y que por eso me quería más. Yo estaba muy ilusionado porque me iba a bautizar y doña Cuquita me iba a regalar ropa y zapatos, pero ya nada de eso importa, ya no voy a la doctrina desde que el Padre Severo me dijo que estoy contaminado por lo que Rodo y sus amigos me hacían. Yo ya lo sabía, pero, ¡tonto yo!, hasta le dije llorando que si por tener el nombre de Dios no me descontaminaba y me dijo que no, que eso a Dios no le gustaba. ¡Burro, tonto, tonto soy! Nunca debí decirle nada. Así Dios no iba a saber que estoy contaminado y me iba poder bautizar.

Siento mojado todo el cuerpo, respiro arena y me arden las costillas. La curandera le dijo a mi má que me enfermé por ir a saltar todas las tardes como sapo en el río y que el agua se metió en todito mi cuerpo, yo creo estoy inundado como mi casa. Ahora mismo estoy batallando para respirar y mi má está llorando sentada a mi lado, y como mis ojos son recopiones pues tan llorando también.

Mi má se sentó en la cabecera y puso mi cabeza en sus piernas; yo nunca había probado las lágrimas de mi má, yo pensé que sólo las mías eran saladas, mi má parece tener goteras en los ojos y algunas caen cerca de mi boca. Yo pienso que las lágrimas de mi má y las mías vienen del mar, pos dicen que el mar es salado y grande como la tristeza.

Ya poco puedo respirar, me preocupa no poder despedirme de mi amiguita cuando se asome brillante por el hoyo del techo va a alumbrar mi costal solito tendido en el suelo donde yo dormía. Pero de repente y me voy a brillar con mi amiguita en el cielo, pos Dios no me quiere y con el diablo no quiero ir.

Ya casi no veo nada, escucho muy lejos y me siento mareado, vomito, pá, má…

 

 

 

 

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Esteban Sevastian

Mi nombre es Esteban Sevastian Valencia, nací el 25 de enero de 1986 en Santiago Tangamandapio, Michoacán. Vivo en Cd. Benito Juárez, N.L. Estudié filosofía en el seminario de Monterey donde actualmente estudio teología.

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