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“Revolución que transa es revolución perdida”

Revolución que transa es revolución perdida

Corría el año de 1911, varios líderes revolucionarios, entre los que se encontraban Francisco I. Madero, José María Pino Suárez, Pascual Orozco y Venustiano Carranza, entre otros, se reunían en la llamada “Casa de Adobe”, que entonces servía de Palacio Nacional, para planear y discutir los alcances del movimiento.

El 7 de mayo del mismo año y durante una de sus reuniones, uno de los asistentes, el Lic. Rafael Hernández, hablaba sobre lo mucho que era el exigir la renuncia de Díaz, “¡Reflexionad!” decía Hernández. Carranza interrumpió. Dijo que, precisamente porque se había reflexionado su situación frente al gobierno, rechazaban completamente sus argumentos y no aceptaban tal propuesta. No podían aceptar la renuncia de Díaz porque de tal forma estarían reconociendo indirectamente la legitimidad de su gobierno, falseando así la base del Plan de San Luis.

“La Revolución es de principios” señaló Carranza, “la Revolución no es personalista, y si sigue al señor Madero, es porque él enarbola la enseña de nuestros derechos, y si mañana, por desgracia, este lábaro santo cayera de sus manos, otras manos robustas se apresurarían a recogerlo.” Fue aquí donde no solamente externaría su apoyo a Francisco I. Madero, sino que parecería anunciar su trágico destino.

Pero Carranza lanzaría después una frase que resumiría por completo su principal temor hacia el movimiento que encabezaba: “Revolución que transa es revolución perdida”

  1. Urquizo, Francisco. “Carranza. El hombre, el político, el caudillo, el patriota”. México. 1954. 5° Edición. Edición de E. M. Galache