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El sonido barbárico de Thomas Wolfe

“William Faulkner no sólo consideró a Thomas Wolfe el mejor escritor de su generación, sino el mejor fracaso de la narrativa norteamericana de aquellos primeros compases del siglo XX.”

Así comienza una nota publicada en el periódico El Mundo, de España, y se refiere al gran escritor norteamericano que murió a poco antes de cumplir 38 años el 15 de septiembre de 1938. Lo anterior es ya un incentivo para quienes somos amantes de las letras, pero llama la atención que Faulkner lo tilde como “el mejor fracaso”. Veamos por qué.

Es muy común que el Séptimo Arte sea el parámetro y la referencia para dar a conocer al público masivo a cierto escritor, pintor o personalidad. No por este motivo, vamos a tenerlo como una mala referencia, de vez en cuando hay gemas que no pueden ocultar su luz. En esta ocasión, hablaré de la película Genius (Pasión por las letras, 2016, subtitulada en México), del director Michael Grandage.

La historia abarca las décadas 20 y 30 en los Estados Unidos, la ciudad de Baltimore es el escenario. La Gran Depresión es un síntoma de la decadencia que la primera Gran Guerra ha dejado en la economía y la sociedad padece sus estragos, pero en ciertas circunstancias de desgracia aparecen seres que no pueden ocultar su destino y se empeñan hasta lograr sus objetivos por muy adversos que sean.

Hay varias escenas que en lo particular me causaron bastante conmoción, mismas que citaré conforme transcurre el presente artículo. La primera de ellas es al principio: Thomas Wolfe, interpretado con maestría por Jude Law, ve una imagen que hace referencia a un lugar en el que se publican libros. Cuando la observa, sus pies golpetean -retratados bellamente mientras las gotas de lluvia impactan el suelo- como un martillo la banqueta como un síntoma de ansiedad y ganas por comerse al mundo por muy desgraciado que sea.

La historia tiene puntos álgidos y subterráneos, pero no desentona. La actuación de Colin Firth da un toque de nostalgia, paciencia y sabiduría. Funciona como un catalizador respecto a la figura enérgica de Wolfe. Mientras éste busca en las profundas miasmas de la conciencia a la poesía y todas sus manifestaciones a través de la vida,  aquel es la figura paterna que el poeta careció.

Hay otra escena maravillosa. El editor Maxwell Perkins viaja en el tren rumbo al trabajo. La víspera -día en que conoció a Wolfe- comenzó a leer con extensa atención la novela El ángel que nos mira (1929), la cual en un principio no tenía ese nombre. El primer pasaje es leído bellamente en voice off y anticipa belleza como profundidad en la historia.  

Con una voz suave, dice (en su traducción):

…una piedra, una hoja, una puerta ignota; de una piedra, una hoja, una puerta. Y de todas las caras olvidadas.

Desnudos y solos llegamos al desierto. En su oscuro seno, no conocimos el rostro de nuestra madre; desde la prisión de su carne, vinimos a la prisión indecible e inexplicable de este mundo.

¿Quién de nosotros conoció a su hermano? ¿Quién de nosotros observó el corazón de su padre? ¿Quién de nosotros no estuvo siempre prisionero? ¿Quién de nosotros no será siempre un extranjero solitario?

 

La escritura de Wolfe es manifiesta belleza y observación en un orden poético, pero es singularmente la pasión, el sufrimiento, el que aborda con mayor profundidad. Lo anterior se acentuó al conocer a Aline Bernstein, mujer mayor, dominante y posesiva que, sin embargo, arropó al escritor en cada momento. La interpretación de Nicole Kidman es, en cierta medida, puntual. No va más allá de las exigencias y cumple.  

Pero lo que más ha llamado mi atención en esta historia es la energía poética de Wolfe. Al ver este film, un texto de Walt Whitman vino a mi mente como una paloma mensajera proveniente de aguas turbias: se trata del poema LII de Canto a mí mismo. Los versos dicen: “Yo también soy indomable e intraducible, / y sobre los tejados del mundo, suelto mi graznido salvaje.”  En su idioma original, barbaric yawp resulta intraducible por el vocablo “yawp” y en lo particular esto es lo que pienso de Wolfe: un escritor debe a la fuerza del lenguaje su naturaleza literaria. Así, pues, ese graznido bárbaro es lo que grita, porque lo más íntimo e indeseable en las historias es la honestidad con la cual se cuenta.

Hay otra escena fundamental. Es quizá la cumbre en cuanto a significado para los dos protagonistas: cuando llega Wolfe de París, Max Perkins lo recibe en el puerto y se alegran por verse. Luego de eso, Wolfe sugiere a su amigo que vayan a un sitio muy especial para él. Llegan a un edificio viejo, pero antes pasan por un hospicio para mendicantes. El escritor ve a cada uno de ellos en la miseria y esto le puede mucho. En la siguiente escena Wolfe le pregunta a su amigo, parafraseo, si escribir tiene sentido porque se cuestiona si para los indigentes y desamparados la literatura tiene un sentido verdadero. Entonces, Max Perkins responde que sí, pues el legado de un escritor reside en las palabras que pueda otorgarle al mundo a través de un mensaje auténtico.

 

Cápsulas


  1. Cfr.: El Mundo. Antonio Lucas. Nota publicada: http://www.elmundo.es/cultura/2014/07/07/53b9983122601df21c8b4581.html
  2. En su idioma original: “I too am not a bit tamed—I too am untranslatable;I sound my barbaric yawp over the roofs of the world.”

 

Ficha técnica

Película: Genius

Año: 2016

País: EU – GRAN BRETAÑA

Director: Michael Grandage

Productor: James Bierman, Michael Grandage, John Logan, Tracey Seaward

Guion: John Logan

Fotografía: Ben Davis

Música: Adam Corke

Duración: 104 minutos

Actores: Colin Firth (Maxwell Perkins), Jude Law (Thomas Wolfe), Nicole Kidman (Aline Bernstein),  Dominic West (Ernest Hemingway), Guy Pearce (F. Scott Fitzgerald)