1. Inicio de la revolución cubana
En México, Castro organizó la expedición del yate Gramma que desembarcó en Cuba en noviembre de 1956. Pese a su derrota inicial, Castro y su Movimiento 26 de Julio (M-26) crearon un foco guerrillero en Sierra Maestra, provincia de Oriente, que sería la base del Ejército Rebelde. El M-26 había surgido de la izquierda del Partido Ortodoxo con una ideología igualitaria, socializante, nacionalista y antinorteamericana. Mientras la guerrilla se consolidaba en la sierra, la oposición urbana también creció y comenzó a desarrollar acciones armadas en las ciudades, en un contexto en que la represión contra los militantes antidictatoriales no dejaba de crecer. En 1957 la guerrilla de Castro había logrado una cierta entidad, pero aún no estaba en condiciones de impulsar la insurrección que acabara con Batista. Su propuesta de huelga general fracasó en medio de la indiferencia popular y por la falta de apoyo de los sindicatos oficialistas y comunistas. El Partido Comunista, conocido como Partido Socialista Popular(PSP), rechazaba la táctica insurreccional. Lentamente la guerrilla salió de su aislamiento gracias a una ofensiva militar en los llanos, con quema de cañaverales y destrucción de cosechas. La apertura de dos frentes guerrilleros, al mando de Raúl Castro y Juan Almeida, y la coordinación de las acciones militares por Camilo cienfuegos y Ernesto Che Guevara, consolidaron el avance revolucionario, mientras la integración militar del PSP en el M-26 aumentaba la agitación urbana. Por su experiencia en la lucha revolucionaria y su mayor protagonismo, los cuadros comunistas ocuparon puestos claves en el M-26 y controlaron el Ejército Rebelde con el aval de Fidel y Raúl Castro. Este es uno de los elementos que explica el rápido giro prosoviético de la revolución tras la toma del poder.
2. Caída de Batista
En Julio de 1958, el Pacto de Caracas consolidó la coalición anti-Batista y aceleró la caída de la dictadura, ya sin apoyo de Washington, que desde abril no le enviaba armamento. En agosto comenzó la ofensiva final y el 1 de enero de 1959, con el pueblo en la calle y enarbolando las banderas de la moralización, el nacionalismo y el antiimperialismo, los seguidores de Castro tomaron La Habana.
3. Fidel Castro toma el Poder
El respaldo popular del M-26 le permitió a Castro hacerse con el control de la situación para impulsar transformaciones políticas, sociales y económicas. Comenzó así un proceso revolucionario, caracterizado por el tradicional nacionalismo cubano y con un gran consenso entre la población. Sin embargo, en muy poco tiempo Castro impulsó un giro autoritario, de un fuerte contenido personalista y marcado por su liderazgo y su carisma. El antiimperialismo y el nacionalismo se convirtieron en los ejes del discurso revolucionario (“Patria o muerte” es la principal consigna del régimen), que adoptó el marxismo-leninismo, y Castro señaló que en Cuba sólo se podía ser revolucionario si se era comunista. Tras su integración en el bloque soviético, Cuba puso en marcha políticas igualitarias para construir el socialismo, un objetivo al que todavía no ha renunciado. Algunas explicaciones insisten en que la oposición norteamericana al rumbo socializante de la Revolución explica el giro prosoviético, pero lo cierto es que estas tendencias estaban respaldadas por Castro y muy asentadas en parte del núcleo dirigente del M-26.
4. Tendencias y Reformas de Fidel Castro
Las diversas tendencias que coexistían en el movimiento revolucionario fueron controladas por Fidel Castro. En sus comienzos, la revolución se apoyó en la burguesía urbana, ya que los obreros urbanos y rurales y los empresarios y terratenientes azucareros no se implicaron en la lucha contra Batista. A principios de 1959 había renacido la vieja Revolución cubana, con sus banderas nacionalistas, moralizadoras y antidictatoriales, que fue convertida por Castro en una revolución social, que con su giro prosoviético generó graves conflictos con Estados Unidos. Halperín Donghi señala que lo novedoso de esta situación no era el autoritarismo, algo frecuente en América Latina, sino la marcha hacia la revolución social. La negativa de Castro a institucionalizar la revolución y a convocar elecciones respondía a su decisión de mantener el rumbo revolucionario. En 1959 tuvieron lugar las primeras reformas, de tono populista y escasamente revolucionarias, seguidas de la nacionalización de intereses norteamericanos y de una reforma urbana que rebajó y congeló los alquileres. Estas medidas se complementaron con campañas de de alfabetización y una red sanitaria que garantizaba atención médica a toda la población. Esta moderación inicial le permitió al gobierno ampliar su base de apoyo popular.
5. Situación Económica
La economía fue controlada por jóvenes tecnócratas, con experiencia en organismos internacionales y partidarios de la industrialización y el desarrollo, un objetivo que se alcanzaría mediante la intervención estatal y ampliando el mercado interno. Pero cuando el che Guevara asumió el control del sector industrial y bancario, desde donde intentó la puesta en marcha de sus objetivos socializantes, esos objetivos fueron dejados de lado. Guevara quería implantar rápidamente el socialismo y en su búsqueda del “hombre nuevo” había que destruir la economía de mercado y eliminar cualquier incentivo material, sea en dinero o en especie, para reemplazarlos por incentivos morales que estimularan la productividad del trabajo, pero la experiencia fracaso. Carlos Rafael Rodríguez, un dirigente comunista vinculado al castrismo antes del triunfo revolucionario, se mostró contrario al industrialismo de Guevara, ya que era partidario de un mayor gradualismo, tanto por la falta de cuadros para impulsar la política del Che, como para no aumentar el número de los enemigos de la revolución. Si bien no fue escuchado, los fracasos condujeron al abandono de la industrialización y en un giro de 180° se volvió a explotar algunos productos primarios de baja productividad, como el níquel. Comenzaba así una constante en la política económica castrista: los continuos vaivenes entre el plan y el mercado, entre una economía centralizada y otra que responde a los estímulos mercantiles. En 1963, en un nuevo golpe de péndulo, Castro rescató al denostado sector azucarero, del que debían provenir los recursos para financiar a la revolución, señalando que en 1970, “año del esfuerzo decisivo”, la economía azucarera, a pleno rendimiento, obtendría una zafra de 10 millones de toneladas, algo inédito en la historia de Cuba. Pese a los grandes esfuerzos realizados y a la gran movilización de hombres y recursos no se pudieron alcanzar los objetivos, pese a que la cosecha de 1970 fue la mayor de toda la historia. El curso errático de la política económica, una vez a favor de la industria y otra de la agricultura, con sus dilemas entre los incentivos morales o materiales, es causa de la difícil situación actual, ya que la crisis estructural de la economía es anterior a la desaparición de la Unión Soviética y sus ayudas a Castro.
6. Situación Política y Militar
Estados Unidos, enfrentada a la Unión Soviética en la Guerra Fría, veía con preocupación el rumbo de la revolución. Raúl Castro, relacionado con los comunistas antes de la revolución, controló el aparato militar y fue puesto al frente de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, heredero directo del Ejército Rebelde. La desaparición de Camilo Cienfuegos, en un dudoso accidente todavía no aclarado, y el encarcelamiento de Hubert Matos, acabaron con dos de los comandantes revolucionarios más populares y que podían cuestionar el rumbo de la revolución y la gestión de Castro. En enero de 1960, los dirigentes obreros opuestos al giro prosoviético fueron alejados de la dirección de los sindicatos y en su lugar se instaló a antiguos cuadros del PSP, en sintonía con la cúpula dirigente. Castro se centró en el gobierno y tras un mes de funcionamiento del primer gabinete revolucionario, cesó como primer ministro al moderado José Miró Cardona. En julio, tras la renuncia del presidente Manuel Urrutia, otro moderado, nombró a Osvaldo Dorticós, que se mantuvo en el cargo hasta 1976.
7. Lazos con la Unión Soviética
El funcionamiento de tribunales de excepción para juzgar los crímenes de guerra y el pedido de Castro para cambiar el sistema panamericano y las relaciones económicas entre América Latina y Estados Unidos, terminaron de distanciar a Cuba de Washington y de América Latina. Cuando Estados Unidos Quiso presionar a Cuba con la amenaza de suprimir la cuota azucarera, su principal fuente de divisas, se acentuó el conflicto. Fue entonces, en febrero de 1960, cuando el delegado soviético en La Habana se ofreció a adquirir todo el azúcar necesario para sostener al régimen y desde entonces los lazos entre Cuba y La Unión Soviética se estrecharon. Una parte del exilio cubano en Miami, con el respaldo de la CIA, comenzó a conspirar contra Castro y en 1961 invadieron la isla. El desembarco de Playa Girón (Bahía de Cochinos) fue un desastre y un golpe para el anticastrismo, que le permitió a Castro enarbolar la bandera del antiimperialismo, aumentar sus apoyos internacionales y mostrar la solidez de su posición y que no bastaba con desembarcar algunos cientos de hombres para hacerlo caer.
8. Impacto de la Revolución en Latinoamerica
El triunfo de la revolución fue un estímulo para la izquierda insurreccional latinoamericana, que inspirada en el modelo cubano intentó crear focos guerrilleros rurales para la conquista del poder. El ejemplo de Castro y el Che Guevara prendió en América Central (Guatemala y Honduras), en el Caribe (la República Dominicana), en los Andes (Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú o Bolivia) y en Brasil. En algunos casos, la convergencia de la izquierda revolucionaria, del nacionalismo antiimperialista y de cristianos partidarios de la lucha armada llevó a crear partidos procastristas, que entraron en contradicción con los partidos comunistas prosoviéticos opuestos a la lucha armada. A fines de 1964, el comunismo latinoamericano celebró una conferencia secreta en La Habana para discutir la metodología revolucionaria, que puso de manifiesto las posturas enfrentadas. Desde entonces, el régimen redobló sus esfuerzos para exportar la revolución al continente y a comienzos de 1966 se reunió en La Habana la Primera Conferencia Tricontinental de Solidaridad Revolucionaria, con 500 delegados de gobiernos y movimientos revolucionarios de Asia, África y América Latina. En 1967 se creó la OLAS (Organización Latinoamericana de Solidaridad), cuya primera reunión plasmo la ruptura entre el castrismo revolucionario y el reformismo comunista y también puso de manifiesto la voluntad de las organizaciones revolucionarias latinoamericanas de extender la lucha armada por el campo y las ciudades.