Todavía de pie, las Casas Reales levantadas por Juan Alonso Bazán, ofrecían sus espacios para realizar anualmente la elección de sus primeras autoridades, en sus puertas todavía se pegaban algunos autos de interés para la comunidad y su cárcel seguía conteniendo a todo tipo de infractores. Sin embargo, el evidente deterioro hizo que el alférez Cristóbal González, procurador general de la ciudad de Monterrey, solicitara que las Casas Reales fueran aliña-das en agosto de 1700.
Esta ciudad tiene casas Reales que se levantaron a mucha costa de los vecinos, después de haber estado muchos años destruidas y en ellas se fundó Sala de Ayuntamiento y cárcel pública y algunas separaciones para los pósitos de esta ciudad, que por haber cesado y no haber proseguido a esta loable costumbre como está dispuesto por dicho y costumbre de ciudades, se han experimentado muchas necesidades en el común y para que esto tenga remedio y no se experimente en lo de adelante este inconveniente se ha de servir V. S. de mandar se alineen las dichas Casas de Ayuntamiento, renovándolas de jacales y que juntamente el dicho pósito se ponga como estaba de antes, pues para lo uno y otro están destinados los propios de esta ciudad y otras penas que se deben aplicar a esta obra por ser bien público.
Refrenda el esfuerzo de los vecinos de la ciudad por levantarlas cuando éstas estuvieron caídas y lamenta que las siguientes generaciones no hayan continuado su mantenimiento, motivo que lo movió a pedir se les arreglara nuevamente. No fue sino hasta febrero de 1705 cuando se decreta el aliño, aunque los recursos económicos eran insuficientes, cabe señalar que en ese mismo año se ordenó “que en la sala no haya registro alguno y que se mude la puerta que de la cárcel cae a ella, para que esté con la decencia que se debe”. La sala a la que se refería el Cabildo de la ciudad era la sala llamada escritorio, en el plano de 1655 existía una puerta que comunicaba a la cárcel con dicha sala.
Pasaron 25 años cuando nuevamente se requirió del arreglo del edificio público, en marzo de 1730, don Pedro de Barreda y Ebra daba cuenta del estado en que se hallaba la casa de Ayuntamiento: todo descompuesto. […] necesita de alivio para su reparo y compostura en cuya atención y para su composición por el presente mandaba y mandé pase dicho procurador a poner peones operarios para su aliño de dicho palacio y que se traigan los materiales que se necesitaren así lo ejecutará dicho procurador con toda cuenta y razón y para su efecto se saque su costo de la caja marca por no haber propios de esta ciudad.
El 6 de mayo de ese mismo año se daba razón del gasto erogado por motivo del aliño del real palacio, un total de 23 pesos y siete reales sumados el salario de los operarios y los materiales. En octubre de 1732, volvió a invertirse dinero en arreglos del real Ayuntamiento por hallarse sumamente deteriorado, gastando un total de 696 pesos y medio.[…] los señores don Francisco Javier Flores, don Juan García de Pruneda, alcaldes ordinarios por Su Majestad en ella estando en presencia del señor gobernador y capitán general de este reino se les hizo demostración por Su Señoría de una memoria en la cual consta ha gastado dicho señor gobernador y capitán general en la reedificación del real palacio de esta dicha ciudad hasta hoy dicho día (foja 2) la cantidad de seiscientos noventa y seis y medio mediante haberlo hallado sumamente deteriorado en cuya atención ha puesto la expresada cantidad de su propio caudal advirtiendo Su Señoría se lo satisfagan de los derechos de la real caja marca y para que así se ejecutase se abrió hoy dicho día con nuestra asistencia y se halló en ella la cantidad de setenta y cinco pesos y siete reales lo que se le entregó a dicho señor gobernador para en cuenta de lo que fue expresado y para que conste ser así se le devolvió la dicha memoria firmada de nuestra mano y con testigos de asistencia.
Las Casa no dejaron de arreglarse cada vez que era necesario, en abril de 1737, el gobernador don Joseph Antonio Fernández de Jáuregui, escribió al virrey solicitándole que parte de lo producido en el ramo de alcabalas se destinara a la reedificación de las Casas Reales por encontrarse “sumamente deterioradas”. No conocemos la respuesta pero un año después, el capitán Joseph Adriano de la Garza, alcalde ordinario de primer voto, se encontraba encargado de la reconstrucción del edificio. Al año siguiente, el 1 de enero de 1739, fue reelegido en virtud de “haber demostrado dicho señor capitán gran celo y aplicación en la referida reedificación y demás que ha sido de su obligación y esperarse de sus buenas obligaciones lo continúe”. En 1741, el gobernador Pedro del Barrio Junco y Espriella amenazó multar con 200 pesos a quien extrajera el maíz, en razón de su escasez, destinando las multas “para la composición del palacio de esta capital”. Unos años después, la tragedia de una inundación haría que las Casas Reales estuvieran una vez más, en el tintero de los documentos oficiales.
*El presente texto se rescata del Tomo I: Monterrey Origen y Destino (2009). Donde participaron:José Antonio Olvera en la Coordinación General. Eduardo Cázares, como Coordinador Ejecutivo y Ernesto Castillo como Coordinador Editorial.
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