Sala de quince varas de largo y de ancho de cinco varas, con sus paredes a las cabezas; y en la que mira al Norte, puerta principal grande partida en dos, escaleras de madera labrada de tablazón con su clavazón grande y fuerte, armellas y candado grande hechizo, quicios y quicialeras; y en la dicha sala, dos ventanas boleadas de verjas y sus puertas de cojinillos engoznadas y con sus armellas, cuyas ven-tanas han de caer a la plaza; y delante de la puerta principal que mira al Norte, un portal de cinco va-ras de largo y ancho, con un pilar de vara y media de ancho con cinco esquinas de cal y canto; y seis tirantes, las cuatro iguales y las dos de en medio angostas, de madera y debajo de las tirantes ocho canes y por cubierta ocho vigas de madera labrada en cuadro, con codal, azuela y cepillo, con dos soleras labradas de codal y azuela, cubierto el portal de tejamanil, carrizo encima por más fortaleza, Al terrado que ha de ser de tierra salitre traída de la hacienda del alférez Joseph de Ayala, y la sala principal de la Casa del Cabildo ha de llevar veinte y siete vigas labradas de a tercia de alto y cuarto de frente, labradas con juntera (sic), azuela y cepillo, cubierta de tejamanil, carrizo encima.
Para más fortaleza, terreada también con la dicha tierra salitre que ha de traerse de la misma parte y acarreo, y la fábrica ha de ser de una vara de cimiento abajo y media arriba, y de pared de tapia, y de pilar de adobes y cada tapia ha de tener dos varas de largo y una de alto y de ancho tres cuartas, cuatro tapias de alto, sin los pretiles que han de ser de a vara, y llevará la dicha sala asentadas las vigas en solera, y en la sala principal ha de tener otra puerta que salga (…) marco ha de tener de alto dos varas y cuarto (…) vara y tercia con su puerta de tabla, claveteado (…) clavos de chanflón, estaría (sic) dos quicios y umbrales, armellas y un candado grande, y el zaguán ha de ser de cuatro varas y medio de hueco y cinco de ancho, cubierto de ocho morillos redondos, cubierta de carrizo y terrado de salitre y ha de tener dos puertas, una que cae a la calle y otra que entra a la cocina, de dos varas y cuarto de alto y vara y tercia de ancho, con sus quicios y umbrales, con su clavazón de la calidad de arriba y otro candado grande, armellas, y una ventana de cuatro verjas de madera que cae al corral con su marco embebido en la pared y sus umbrales, y las puertas de la cocina y corral con sus candados y llaves y la cocina ha de ser de dos varas y cuarta de largo, y tres y cuarta de ancho, en la cual ha de haber una antecocina con pared en medio y puerta en ella y con su chimenea, que ha de armarse sobre dos morillos y la pared de la dicha chimenea ha de ser de adobe entero con su apoyo en ella de tres cuartas de alto y arriba en el techo ha de haber portañuelas de piedra y cal por donde salga el humo y ha de tener quince morillos redondos y las puertas de la dicha cocina y la que sale al patio ha de tener sus quiciales arriba y la que sale al patio, ni más ni menos.
Y el patio ha de tener diez varas de largo y seis de ancho, y todo ello con su cimiento de piedra sacada a punta de barra acarreada para la obra y así mismo haré pegada a la dicha casa una cárcel, sirviendo la pared de la sala de Cabildo a ella y la otra pared que mire a poniente, cuya cárcel ha de ser de largo de diez varas de largo y de ancho de cinco con diez y ocho morillos redondos, con sus soleras labradas de [codal y azuela], con una ventana que mira al poniente con nueve verjas, marco y umbrales, y puerta de ventana engoznada y clavada con clavazón de hierro y una reja de hierro que cae al escritorio de papeles con su ventana de cojinillos, y la cubierta de la cárcel de carrizo doblado con la tierra de salitre como la de arriba dicha y con quince canales de madera labrada con azuela, puestas con argamasa de cal y arena y las casas reales tienen diez canales puestas con el mismo betume y con catorce almenas de piedra y cal labradas de colorado, el escritorio de papeles ha de tener ocho vigas labradas de codal y azuela, techo de carrizo doblado con el techado de salitre que las demás una ventana que cae al poniente con su marco, umbrales, verjas y puertas de cojinillos engaznada y con su aldaba de hierro dos cepos con diez y seis olambreras, el uno con uno de pescuezo y el otro cepo con catorce olambreras, con sus candados grandes fuertes y llaves de cruz y una puerta mas que es la de la cárcel fornida con su marco embebido con sus quicios y umbrales necesarios, armellas y candado fuerte con su llave de cruz, blanqueada de cal la sala de cabildo, y el portal con sus cenefas coloradas.
Todo lo que me obligo a hacer por tres mil pesos, con más una mesa grande de tres tablones. Ha de estar en la sala de cabildo, clavadas con veinte y cuatro clavos de chanflón y con dos bancos labrados de codal, azuela y cepillo = y otra mesa un poco menor de la misma obra que sirve en el escritorio con otros dos bancos y mas dos esposas y horca, escalera para ella y mas un escudo con las armas reales y cuadro plateado de dos varas en cuadro que obligo a traer de México.
Juan Alonso Bazán
El diseño que acompaña a la memoria muestra en planta los espacios que el gobernador Martín de Zavala había solicitado: Casas Reales “con cárcel pegada a ella y escritorio para que sirva de escribanía […] cocina y corral en ella para el servicio del alcalde de la dicha cárcel”. Juan Alonso Bazán, de acuerdo con lo solicitado, trazó un plano con un portal, una sala de Cabildo y un patio, mismos que miraban al oriente; en tanto que el escritorio, la cárcel, el aposento del carcelero o za-guán, el aposento de la cocina y la cocina, estaban ubicados al poniente Tanto la memoria como el plano de Juan Alonso Bazán, han permitido una reconstrucción de la planta de las Casas Reales de 1653 empleando medidas métricas en vez de varas. Finalmente, el Norte quedó indicado en el plano reconstruido.
Los tres mil pesos necesarios para la reali-zación de tal obra se juntaron a través de penas impuestas a la ciudad y, de acuerdo con el testamento del gobernador Martín de Zavala, con dinero suyo. Años después (3 de diciembre de 1671) se interrogarían a tres testigos con el fin de que manifestaran la procedencia de los dineros de la obra. Declararon Juan de Munguía, de 61 años; el sargento Francisco Sánchez de la Barrera, de 70 años; y el alférez Pascual de Montalvo, de 50 años. Todos declararon que el dinero provino de las condenaciones que aplicó el gobernador Martín de Zavala a la ciudad de Monterrey y al Reino y no estaban enterados de que el gobernador aportara algún capital. El trabajo se realizó y al término de dos años, para ser precisos el 27 de febrero de 1655, las Casas Reales estaban terminadas. Dos días después, el gobernador Martín de Zavala ordenó se pagase el dinero restante que se le debía a Juan Alonso Bazán del cobro de las condenaciones.
Dice a la letra:Don Martín de Zavala, gobernador y capitán general del Nuevo Reino de León y sus Provincias por su Majestad. Por la presente mando al general Juan de Zavala […] poder entrar las penas de las condenaciones hechas para las obras públicas, de y pague al alférez Juan Alonso Bazan cuatrocientos y setenta y tres pesos en plata que son los que restan en su poder de las dichas condenaciones cau-sadas hasta hoy, y mas le de y pague al susodicho quinientos veinte y siete pesos en plata para que con ellos se le adjunten al dicho al-férez los mil pesos que se le deben por haber acabado las dichas casas del Cabildo de esta ciudad según y como lo ofreció que por esta y carta de pago del dicho alférez Juan Alonso doy por libre al dicho general Juan de Zavala de los cuatrocientos setenta y tres pesos que son en su poder y los quinientos y veinte y siete restantes, se le aplicaran al dicho gene-ral Juan de Zavala en las primeras condena-ciones de mi juzgado hecho en la ciudad de Monterrey en veinte y nueve días del mes de febrero de mil seiscientos y cincuenta y cinco años. Don Martín de Zavala.
*El presente texto se rescata del Tomo I: Monterrey Origen y Destino (2009). Donde participaron:José Antonio Olvera en la Coordinación General. Eduardo Cázares, como Coordinador Ejecutivo y Ernesto Castillo como Coordinador Editorial.
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