Las pinturas y los petrograbados de Nuevo León, del arte a las manifestaciones gráfico rupestres
Una de las manifestaciones más características y frecuentes en la arqueología de Aridoamérica es el arte rupestre, pictografías o petroglifos sobre la roca en cuevas, abrigos, cañones del desierto, con incontables ideogramas abstractos y en gran minoría naturalistas, que representan potencialmente un tesoro de información cuyo mensaje nos es, por ahora, muy difícil de interpretar. Luis Aveleyra Arroyo de Anda
Existen otros restos, a parte de las puntas de proyectil, que se asocian de inmediato con la presencia de grupos indígenas. Nos referimos a las figuras representadas en piedra, comúnmente conocidas como petrograbados o petroglifos y las pinturas rupestres. Antes de continuar, se debe hacer la distinción técnica que existe entre las distintas representaciones gráficas hechas en la roca:
- Petrograbado o petroglifo: figura que aparece en relieve, pues está manufacturada a base de percusión, incisión, pulido o abrasión, lo cual altera la roca, retirando pequeños fragmentos de la capa superficial conocida como córtex.
- Pintura rupestre o pictografías: Es una figura bidimensional creada con pigmentos naturales y/o minerales, los cuales se aplican sobre la roca, ya sea directamente con la mano, los dedos o con algún tipo de artefacto intermedio que funciona como pincel. Durante mucho tiempo, los interesados quizá más aficionados que arqueólogos han denominado como arte rupestre a estas manifestaciones.
Esto surgió con la vieja tesis del arte por el arte, propuesta por Edoaurd Lartet a mediados del siglo XIX. Sin embargo, actualmente el término rock artes el más común a nivel internacional. En el caso de los investigadores que se dirigen a esta temática en nuestro país, existen varias posiciones al respecto y distintos conceptos en torno a ello. Algunos enfoques critican de manera explícita la utilización del concepto arte para referirse a estas como manifestaciones gráficorupestres, pues consi deran que la motivación para manufacturar los grabados o pinturas rupestres no era crear una obra de arte, posición que ha sido seguida por autores como Carlos Viramontes, quien señala el riesgo de utilizar el concepto de arte, pues dicha idea proviene del pensamiento renacentista occidental.
Por otra parte, dando un giro de 180 grados, tenemos la posición de otros arqueólogos que no sólo utilizan el concepto de arte, sino que defienden y parecen alentar dicho concepto. En nuestro país, arte rupestre también es una etiqueta sumamente arraigada aunque, debido a las connotaciones que tiene la palabra arte, dicha designación ha causado controversia. Es por esto que hay dos grandes posiciones, una que se considera más objetiva y utiliza un concepto que pretende ser neutral e imparcial, que es el de manifestaciones gráfico rupestres. Mientras que por otro lado, está aquel que en un primer momento parecería un tanto subjetivo y aplica el concepto de arte rupestre. Probablemente, al considerarlo como arte se abriría la puerta a la subjetividad y la libre interpretación y dificultaría su comprensión.
Esto, sin duda, conduce a un peligroso relativismo que permite cualquier tipo de interpretación, pues la etiqueta de arte no sólo admite sino que exige el afloramiento de emociones y sensaciones que se utilizan en la actualidad para admirar una obra; pero al ser aplicadas a los petrograbados y las pinturas rupestres, hacen depender esto de la percepción y el análisis de cada individuo y no de una sociedad, como seguramente sucedía en el pasado.
Los arqueólogos de Nuevo León también siguen las anteriores tendencias. Por un lado, entre los que usan el concepto de arte rupestre, aparecen destacados antropólogos como Olson, De Witt y Breen Murray. Incluso, este último investigador realizó una extensa compilación cuyo título es Arte rupestre del noreste. Por otra parte, también hay propuestas que parecen alejarse del concepto arte y lo consideran manifestaciones gráfico rupestres y/o lenguaje gráfico.
Incluso hay quienes se refieren a los petrograbados y pinturas rupestres como la gráfica rupestre. Algunos usan simultáneamente ambas posturas, por ejemplo, la arqueóloga Cristina Corona, quien ha abordado las pinturas y petrograbados de Nuevo León, usa tanto el concepto de manifestaciones rupestres como el de arte rupestre. Por el momento no podemos enfocarnos en una polémica teórica respecto a los distintos conceptos que se utilizan para designar estos elementos arqueológicos; pero, sin duda, compartimos la legítima preocupación y discusión que hay al respecto.
Por ello, creemos que al iniciar el estudio de sitios rupestres, no deberá haber jerarquías entre los motivos grabados y/o pintados, incluso deben tener la misma importancia en cuanto a su registro y análisis con el resto de los elementos y materiales que forman parte del sitio arqueológico, situación que no siempre ocurre, pues el investigador pasa por alto esta evidencia.
Existen diferentes posturas para acercarse al estudio del testimonio rupestre, en otras palabras, un mismo sitio arqueológico o una misma roca pue-den conducir a dos o más investigadores a conclusiones diferentes, de ahí la riqueza de información que potencialmente existe en estos sitios.
No obstante, lo cierto es que es preciso poseer una metodología adecuada y coherente que le permita al investigador identificar y ordenar el sitio. De este modo, al analizar las distintas investigaciones realizadas en Nuevo León, podemos percatarnos que no se trata de un aglomerado caótico de figuras, sino que todo tiene una determinada disposición en el espacio. Lo que ha permitido a los investigadores obtener información sobre la flora, fauna, fenómenos naturales y de los artefactos, así como proponer hipótesis acerca de mitos y conocimientos astron-micos que han quedado plasmados en las rocas.
*El presente texto se rescata del Tomo I: Monterrey Origen y Destino (2009). Donde participaron:José Antonio Olvera en la Coordinación General. Eduardo Cázares, como Coordinador Ejecutivo y Ernesto Castillo como Coordinador Editorial.
El link hacia el texto completo se encuentra en: https://issuu.com/monterrey/docs/tomo_1portadas