En el marco de la pasada feria del libro platicamos con Daniel Salinas Basave, quien viajará a Colombia este 31 de Octubre como finalista del Premio Hispanoamericano de Cuento Gabriel García Márquez. El regio radicado en Tijuana participa con su libro “Días de whisky malo” galardonado también con el Premio nacional Gilberto Owen de Literatura en el 2014. Esta antología de cuentos está impregnada de una atmósfera desenfadada, cruda y tan divertida como absurda.
¿Nos podrías contar un poquito acerca de tu libro?
Por supuesto, “Días de whisky malo” es un libro de seis cuentos con escenarios geográficos contrastantes pero más allá de eso creo que lo que los hermana es esta vocación de ser seres tragicómicos y sobre todo el humor negro que impregna este mal licor narrativo.
¿De dónde surgieron las ideas para el libro?
Tengo muy presente como surgió cada cuento. El primero, “Saurio sangrante” nace de un sueño y no me queda muy claro si yo era el personaje o un espectador. El caso es que esta figura está en un quirófano a punto de que le amputen su pierna, triste porque perderá el tatuaje de una especie de iguana que quiso ser un dragoncito: un Saurio que tiene entre sus garras un corazón partido. Resulta que en algún otro lugar de la ciudad hay una mujer que tiene la otra parte del corazón y otro Saurio. Él siente que al perder ese tatuaje también se irá la ilusión de su vida de hace veinte años. Quizá es un cuento un poco autobiográfico en recuerdo de mi primer tatuaje que fue muy feo, y quizá también surge del miedo de haber visto de cerca la diabetes en la familia.
El segundo cuento “Infortunios de un ovejero kazajo” parte de una noticia que salió en la prensa deportiva sobre un equipo de futbol que se hizo muy famoso porque antes de cada partido tenía el ritual de sacrificar una oveja: de cortarle el cuello y regar la cancha con su sangre. Entonces yo me imaginé, bueno, ¿quién es la figura más importante de este equipo? Es el que mata la oveja. Quise imaginarme como era la historia de este personaje.
El tercer cuento tiene que ver con una moda siniestra que agarró la mafia en Tijuana por ahí del 2008: Antes de morir la persona que se iba a ejecutar recibía una corona fúnebre con su nombre. Este cuento tiene mucha influencia de “El proceso” de Kafka o de “Crónica de una muerta anunciada” de Gabo García Márquez.
El cuento más largo “Días de whisky malo” lo escribí un día que me quedé atrapado en el aeropuerto de la CDMX. Venía precisamente aquí a Monterey, creo que estaba muy enojado y empecé a escribir la historia de un músico de cantina en un pueblito del medio oeste americano que toca covers de AC/DC. Él ve crecer a una niñita con una madre que quiere que sea famosa a costa de lo que sea y es la historia de las vidas paraleles de estos personajes.
“Dilemas de zurdos y fachos” habla de dos aficionados de futbol en Italia, un equipo de Roma con una afición ultra fascista, y el otro un equipo de la segunda división que se caracteriza por que la mayoría de sus aficionados son anarcos. Se van a enfrentar en un clásico de copa y estos dos personajes se irán acercando.
El ultimo cuento es “Ella es nabokoviana”. Trata sobre un viejo burócrata cultural muy corrupto que un día fisgoneando en internet ve la foto de una escritora franco-iraní, se enamora y decide traerla a su pueblo aunque no sabe nada de ella. Es un cuento sobre la burocracia cultural pero también un homenaje a una escritora que además de muy bella es muy talentosa.
¿En qué punto de tu vida dijiste, es que yo me tengo que expresar a través de la escritura?
¿Si te digo que fue de niño me lo crees? Crecí leyendo, tuve la fortuna de tener una madre lectora y de pasar mis primeros ocho años de vida en casa de mi abuelo que fue un filósofo. Su casa era una biblioteca enorme, entonces de una u otra forma interpreté el mundo a través de la lectura desde muy pequeño y siempre me nació contar historias. Quizá la diferencia fue que en alguna etapa de mi vida descubrí lo que yo considero una droga muy dura que me apartó 15 años de la escritura, que fue el periodismo. En algún momento pensé que la mejor manera de contar historias era siendo reportero y sí, fue la mejor escuela posible pero al mismo tiempo fue algo que me absorbió, que me chupó por completo. Llegó un momento en que tuve que elegir entre una y la otra y al final de cuentas ahora el periodismo lo he dejado atrás. No digo que de esta agua no volverá a beber porque quizá uno es reportero hasta el último día de su vida pero desde el 2013 a la fecha me dedico de tiempo completo a la escritura creativa.
¿Hay algún libro que te haya marcado?
A esta pregunta tendría que responder que depende de la edad. Por ejemplo entrando en la adolescencia en el verano del ´86 leí “Demian” de Hermann Hesse y poco después “El lobo estepario”, si ahorita los leyera me parecerían un poco inocentones pero en su momento me pudo mucho. También una vez siendo yo adolescente y debo reconocerlo, cayó en mis manos un libro de un erotismo muy fuerte: “Calígula”, y ahí me di cuenta de que la narrativa podía ser mucho más fuerte que una película o una revista, es decir, el non plus ultra del porno y del erotismo estaba en la narrativa no en las imágenes.
Poco después descubrí a José Agustín, me voló mucho la cabeza por ahí de los 18, 19 años. En algún momento fui muy seguidor de Carlos Castaneda y quizá toda la primera década del siglo XXI estuve metido a muerte en Paul Auster. Borges ha sido un autor constante toda mi vida, lo leí por primera vez a los 16 años y desde entonces no ha salido de mi buró. A partir de él llego Ricardo Piglia, del que he seguido toda su obra. Mira, soy un lector omnívoro entonces como de todo. Soy como los anímales carroñeros que lo mismo puedo comer carroña que carne fresca que vegetales, lo mismo me puede emocionar una vaca sagrada que el manuscrito de un morrito de taller literario. Trato siempre de leer con placer y de leer desprejuiciado, de no perder nunca el placer de ser lector.
¿Qué sientes al ser finalista en este premio?
Me pellizqué varias veces porque no me lo creo todavía. Con toda franqueza nunca esperé que llegara tan lejos. Para mí fue como tirar una botella de mal whisky al mar y que de pronto te digan que llegó a puerto colombiano. Y ya independientemente de lo que pase, una de las condiciones del premio es que cuando eres finalista habrá un ejemplar del libro en cada biblioteca del territorio colombiano y eso es algo que me emociona. Para mí ese es el gran premio, poder compartir este whisky con un país que le ha dado tanto a la literatura, que me ha incluido tanto. Es extraordinario.
¿Algo más que quieras agregar?
Lean, lean y lean y vuélvanse locos con la lectura. Denle el golpe al libro como decía Gabriel Zaid. El libro es a veces un poco como el cigarro: cuando no eres fumador no le puedes entender el placer de fumar, pero una vez que le das el golpe y pasas el umbral, y ojo esta no es una invitación a fumar porque yo ni siquiera fumo, te das cuenta que eres lector para siempre y que la lectura puede ser una adicción que te va a acompañar toda tu vida.
Que es la droga perfecta porque te hace volar muy alto, te hace alucinar mil y un mundos posibles pero no te hace ningún daño, al contrario, te hace reinterpretar el mundo de formas diferentes. A mí me voló la vida.