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Fortín de las Tenerías.

Fortín de las Tenerías

Durante la última década del siglo XVIII el gobernador del Nuevo Reino de León, Simón Herrera y Leyva, llevó a cabo importantes obras urbanas, entre estas, la canalización del río de Santa Lucía y la construcción del puente de la Presa Grande en la parte oriente de la ciudad. Esto fue parte del Fortín de las Tenerías.

En la misma época el Ayuntamiento regiomontano otorgó mercedes a los vecinos del lugar, quienes aprovechando el agua de la presa, dieron lugar al nacimiento a las primeras industrias de Monterrey: los talleres de curtiduría de pieles, que se ubicaron en el área Noreste de la ciudad, dándole así el nombre de Barrio de las Tenerías. Este rubro permaneció en oficio hasta los primeros decenios del siglo XX.

Durante la invasión norteamericana en el año de 1846, los trabajos para la defensa de  Monterrey, incluyeron la construcción de fortines en esta zona. El fortín de las Tenerías (construido por las calles de Washington y Héroes del 47), fue escenario importante en las batallas de Monterrey: “de unos 50 metros de largo, contaba con un parapeto parcialmente cubierto con sacos de tierra, abertura de cañones y un foso al frente”.

Las tropas norteamericanas iniciaron el ataque al lado oriente de la ciudad, llegando hasta el fortín de las Tenerías. Tres ataques resistió el fuerte, relata el militar e historiador Manuel Balbotín: “Las milicias mexicanas rechazaron los dos primeros, pero al tercero tuvieron que abandonarlo. Cuando los americanos vieron que el Fortín de las Tenerías estaba ya abandonado lanzaron tres hurras y lo ocuparon precipitadamente. Izaron su bandera. El fuerte fue tomado por el primer regimiento del Mississipi y los rifleros de Tennesse y los rifleros de Mississipi.”

Hoy en día en el paseo de Santa Lucía se puede observar una placa conmemorativa al Fortín de las Tenerías, como referencia histórica de la batalla, y en honor  al valor y sacrificio de los soldados mexicanos.

Fuentes consultadas: