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PROYECTO DE LA NUEVA CIUDAD DE MONTERREY (1ª parte)

A finales del siglo XVIII, Monterrey se restringía a un pequeño poblado que circundaba las actuales calles de Mina, Juárez, Ocampo y Juan Ignacio Ramón

A finales del siglo XVIII, Monterrey se restringía a un pequeño poblado que circundaba las actuales calles de Mina, Juárez, Ocampo y Juan Ignacio Ramón (lugar por donde emanaban los ojos de agua de Santa Lucía). Los únicos edificios representativos eran el convento de San Andrés, la iglesia parroquial y la casa del Gobernador. Según el censo levantado por el gobernador Simón de Herrera y Leyva la ciudad contaba con 6,412 habitantes.

En 1794, el Obispo Andrés Ambrosio Llanos y Valdés iniciaba el proyecto de la “nueva ciudad” de Monterrey al norte de la población. Así, planteó al gobernador y al cabildo civil la necesidad de construir un nuevo asentamiento.

El proyecto consistía en construir un nuevo complejo citadino con una Catedral, nuevas Casas Reales (Palacio sede del Ayuntamiento), un Hospital Real, un Convento de Monjas Capuchinas y una nueva Plaza de Armas. Estaría comunicada con el viejo asentamiento por medio de una calle que fue llamada “de la Catedral Nueva” (actualmente Avenida Juárez).

El trazado de la nueva ciudad atrajo la atención del gobernador Manuel de Bahamonde y Villamil, por lo que solicitó al Cabildo civil prohibir nuevas construcciones en los alrededores de la plaza de Armas, y concedió los permisos al Obispo para las nuevas edificaciones. Juan Crouset, fue el “arquitecto de cámara del obispo”.

La construcción de la nueva Catedral se proyectaba en dimensiones iguales a la de la ciudad de México. Con un área de ochenta y cinco por cuarenta metros, esta edificación tendría tres naves y sería de estilo barroco. Comprendería las actuales manzanas entre Juárez, Guerrero, General Tapia e Isaac Garza. Según el plano de Monterrey de 1798, algunas piezas de la nueva Catedral, fueron terminadas.

Además de la nueva Catedral, se construía el Convento para las monjas capuchinas. El obispo planeaba que su servicio fuera beneficioso para los regiomontanos. Este edificio no fue terminado, sino hasta el siglo XIX, siendo su uso para estancia de los militares, conociéndosele más tarde como el Cuartel de Iturbide.

CONTINUARÁ…