La Hacienda del Muerto: un faro en el desierto

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El inmueble aún es testigo de incontables batallas para su supervivencia.

La Hacienda de San Antonio del Muerto ubicada en Mina, Nuevo León, es un ícono arquitectónico del noreste del país que recuerda a las abadías medievales.

La Hacienda de San Antonio del Muerto ubicada en Mina, Nuevo León, es un ícono arquitectónico del noreste del país que recuerda a las abadías medievales.

La Hacienda de San Antonio del Muerto ubicada en Mina, Nuevo León, es un ícono arquitectónico del noreste del país que recuerda a las abadías medievales. Con alto valor histórico y cultural, tanto por ser testigo de innumerables batallas, así como representar una de las primeras haciendas productivas del Nuevo Reino de León.

Abandonada finalmente en 1930, aún sus muros permanecen en pie representando la historia de México, desde los ataques apaches, hasta la revolución, pasando por “El Llorón de Icamole”, el inmueble permanece sólo en una magnífica desolación.

El nombre de Hacienda de San Antonio proviene a que su fundador Antonio de la Garza Elizondo le bautizó en honor a San Antonio de Padua. El agregado “Del Muerto” se debe que por la zona pasa un arroyo con el mismo nombre, sin embargo alrededor de él se han construido cientos de leyendas debido a su andar bélico.

Las batallas de la hacienda.

El transcurrir de la vida de la hacienda se ha visto marcada por continuas batallas, por lo mismo, cabe destacar algunas de ellas.

En primera instancia, se tenían los continuos ataques de apaches Lipones, Comanche y Mezcaleros, que azotaron la región, específicamente atacando éste lugar que se encontraba de cierta forma aislado.

Así, entre 1821 y 1830 se realizaron ataques más intensos por las tribus con fin del robo de ganado, la cosecha y “su más preciado tesoro, que eran las mujeres”, agregó el historiador y especialista en el tema, Juan José Silva.

“Un dato a destacar es que alrededor de 1830 los apaches tenían mejores armas, como rifles Mississippi y Colt Navy, adquiridos en Texas, E.U. y los mexicanos aún tenían rifles de chispa o mosquetones”, agregó el historiador.

Una de las grandes batallas en las que estuvo involucrada la hacienda, fue la de Icamole en mayo de 1876, donde el ejército rebelde, que contaba con aproximadamente unos 1, 500 hombres y comandado por Porfirio Díaz, Jerónimo Treviño y Francisco Naranjo, pasó por la Hacienda del Muerto a tomar provisiones, y así enfrentar a pocos kilómetros al ejército federal de Lerdo de Tejada comandado por el General Carlos Fuero y el General Julián Quiroga, quienes también contaban con un batallón de alrededor de 1,500 hombres.

Dicen los relatos, agregó el historiador, que Porfirio Díaz, luego de la derrota reclamó a Jerónimo Treviño diciendo: “No que los de Nuevo León eran muy valiente”, y éste respondió “Y quién cree que lo derrotó mi general”, haciendo referencia al General Julián Quiroga, quien nació en Ciénega de Flores, N.L.

Luego de esto y con la derrota encima, el General Porfirio Díaz rompió en llanto, y por eso se habla del “El Llorón de Icamole”.

Otro conflicto fue la batalla de 1915 donde se enfrentaron la División del Norte del Ejército Constitucional de Venustiano Carranza –con alrededor de 3,000 hombres-, comandados por el General Pablo González, y que se encontraban acampando en La Hacienda del Muerto. En contra del ejército completo de Pancho Villa –alrededor de unos 7,000 hombres- cuyo objetivo principal era tomar la ruta ferroviaria que va desde Piedras Negras hasta la ciudad de México.

“Fue una lucha encarnizada, donde Pablo González se basó en los frentes de la primera guerra mundial y trazó una línea de 5 kilómetros con ametralladores y trincheras. Esto entre la Hacienda del Muerto y Paredón”, agregó el Silva.

Al perder, Pablo González se retiró dejando paso libre a Villa hacia Monterrey, que era custodiada por Gustavo Madero, a quién también se le ordenó que se retirara. Así, Pancho Villa entró a la ciudad el 13 de marzo de 1915, donde secuestró a los empresarios locales con el fin de obtener fondos para el conflicto bélico.

Una hacienda que jamás alcanzó su esplendor

Una de las características principales de la hacienda, es que nunca se llegó a desarrollar plenamente, y esto se debe a distintas causas, la más impactante fue el continuo caos que se vivía en el país a causa de las guerras, también la gran sequía de 1838, y fue el mismo año en el que se tuvo la gran epidemia de cólera en el país. Otros eventos bélicos que impidieron su desarrollo son la intervención francesa en 1863, la intervención americana en 1846 y los continuos ataques de los apaches.

Mejoras y restauraciones

La hacienda vio su última restauración en el 2007 con una inversión de 1.5 millones de pesos, en las que participaron el Conaculta, la UANL, INAH, Conarte, Gobierno del Estado, entre otras instituciones.

En dicha restauración se le dio vida nuevamente a la capilla. Sin embargo, comenta Silva, recientemente se tuvo la necesidad de disminuir su difusión debido al aumento de la inseguridad en dicho sector. Así, paradójicamente, la Hacienda del Muerto sigue atestiguando hechos de alta violencia.

Además, el inmueble ha sido atacado por el vandalismo, un ejemplo es que el mes pasado su campana de bronce ya no se encontraba en la capilla. Así, el proyecto que tendría una inversión total de alrededor de 9 millones de pesos, se detuvo solamente en las adecuaciones de una parte del inmueble.

Otros de los puntos que se encuentran amenazando el patrimonio nacional, es la desorbitante construcciones de casas habitaciones que se está llevando a cabo a su alrededor, “es una amenaza para la tranquilidad del desierto y esa pieza única que se encuentra allí”, agregó el historiador.

Así, la Hacienda del Muerto prevalece como un gigante solitario en la inmensidad del paisaje. “Es un faro de civilización en medio del desierto norestense”, finalizó el historiador Juan José Silva. 

Hacienda de San Antonio del Muerto

1611 – Le es concedida en merced al capitán Bernabé de las Casas las tierras que serían la Hacienda de San Antonio del Muerto.

1825 – Se inicia la construcción de la hacienda de San Antonio del Muerto

1856 – Antonio de la Garza Elizondo compra la otra parte de la Hacienda a José María García Calderón

1857 – La Hacienda fue vendida a Juan José Villarreal y Elizondo

1878 – La hacienda pasa a manos de Melitón Villarreal por herencia

1934 – Pasa  formar parte de la propiedad ejidal

1997 – El Municipio de Mina adquiere la propiedad para el desarrollo turístico de la zona

Fuente: Eduardo Cázares, Historiador

 

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About Author

Hermann Gil Robles

Director de Inbound Marketing en Diis Mkt. Especializado en periodismo on-line con enfoque en arquitectura de información. Catedrático en el Tec Milenio y narrador. Autor de los libros: No hay buen puerto, Fuera de la Memoria, Los Sueños de los Últimos Días, La Ciudad del Olvido. Obtuvo el Premio Binacional de Novela 2016 Frontera de Palabras / Border of Words.

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