Un campo del arte que busca el balance, aún oprimido por preceptos y clichés sociales.
La literatura femenina, una literatura universal.
La literatura femenina se puede considerar como un ente aparte, tal vez escrita ex profeso para y por mujeres, donde se abordan temas de una sociedad injusta y machista que minimiza el rol de la mujer. Sin embargo, la mayoría de las narradoras concuerda en que dicha concepción son meramente etiquetas sociales, y que la verdadera literatura no se debiera catalogar.
“Mostrar cómo se ve el mundo desde el particular ángulo de las mujeres”, así define Dulce María González, narradora que recibiera el Premio de las Artes UANL en el 2003, a uno de los objetivos de la literatura, que en este caso recae en la mujer, y agrega que también existen narradoras, como Rosario Castellanos, que escriben desde una voz masculina sin ningún problema.
Así, menciona que la mujer, luego de que obtuvo el derecho de expresarse, tuvo que iniciar desde cero, “empezar a cuestionarse quién era ella misma, vista por ella misma y cómo era el mundo a través de su mirada”, resalta González.
Por su parte, Leticia Herrera, poeta de la localidad y recientemente galardonada con el Premio a las Artes de la UANL, considera que la literatura no debiera catalogarse según el género de quien la escribe, pero sí considera que si una autora usa la voz femenina es debido a que está implícito en su escritura, y además considera que la literatura narrada por el hombre podría ser algún tipo de trampa “el hombre escribe en masculino pero nadie dice que haga eso, sino que llaman a esa voz, universal” resalta la poeta.
Gabriela Torres, narradora de la nueva generación y autora de Enfermario (Tierra Adentro, 2010), piensa que la literatura femenina es aquella que se encuentra oprimida “escrita desde un cliché de lo que se supone es lo femenino”, agregó y concuerda con Herrera al mencionar que son los estereotipos sociales los que han marcado esa idea que se tiene tanto de los femenino y lo masculino.
En contra parte, Tanya Ventura, nueva narradora regiomontana y coautora Polvos de Venus (La Naranja Editores, 2010), comenta que dicha literatura se marca por las cuestiones pasionales, “siempre nos complicamos las mujeres, pasional y con temas de amor, el tono rosa que implica al hombre ideal, el llanto, el sacrificio”, mencionó la joven autora.
Desde el suicidio a la moraleja
Los temas que las neolonesas abordan tienen muchas directrices que generan impacto en la sociedad, abriendo una nueva brecha de lectura que funciona como detonante de lectura.
Dulce María González, quien recibiera el Premio Nuevo León de Literatura en el 2002, comenta que sus historias han buscado los diferentes territorios de lo femenino, por ejemplo en su novela “Mercedes Luminosa”, habla sobre la liberación y aceptación del destino, visto a través del personaje principal, una mujer que corre a la ciudad en busca de respuesta.
Por su parte, la poeta Leticia Herrera, quien estuviera a cargo del área de planeación de Conarte en la pasada administración, considera que los temas deben alejar la idea que se tiene del romanticismo trasnochado y rosa que se pintaba a nivel local y nacional, “de esta forma trato de manejar temas como la muerte, el suicidio, el tiempo”, agregó la autora de Pago por ver, Canto del águila, entre otras publicaciones.
Para Gabriela Torres, los temas se encuentran más relacionados con sus experiencias, “tienen que ver con mi situación humana, mis preguntas y las certezas que elaboro mentalmente para justificar mi existencia”, menciona la narradora.
Así, Tanya Ventura se especializa en temas infantiles, “que puedan dejar en el lector una reflexión positiva”, agrega.
En sí, la diferencia no radica en si la literatura es generada desde lo masculino o lo femenino. Es considerada arte, sin importar el precepto social de que la voz masculina se tome como lo universal, si no depende de la idea del artista, sin importar su género.
