Las siete diferencias, como en los pasatiempos, son éstas:
1) Título resumen o un resumen posible solo al final. La diferencia más clara a primera vista es: en periodismo tengo que vender primero el título, luego la entradilla o resumen y después todo lo demás. Nadie triunfaría con un artículo o reportaje en el que no estuviera claro de entrada qué vamos a contar. “Grupo mafioso serbio descuartizó y devoró a uno de sus miembros”. En la novela es todo lo contrario. El título como resumen de los hechos nunca sería posible antes de la última línea. La intriga te ha de arrastrar hasta allí.Y ese es el gran cambio, el primero, el más visible que nos encontramos. Y la palabra mágica que sirve para que esto sea posible, para alimentar una lectura que te lleve hasta el final, es la atmósfera.
2) Verdad frente a verosimilitud. Si en periodismo lo necesario es el rigor de cada dato, de cada número, lugar, cita, cargo, fuente, etcétera, en la novela solo funciona la verosimilitud. En el primero importa la realidad. En el segundo, la credibilidad.
3) Hechos frente al estilo. Después está todo lo demás. De pronto, la exigencia es otra:Si en el periodismo el estilo es importante, pero está implacablemente sometido a la descripción de los hechos, en novela los hechos deben estar plegados, sometidos a los mecanismo de la intriga y, en suma, a la narración.
4) Linealidad frente a la maleabilidad de la trama, En la noticia informativa la construcción suele ser lineal, directa. En la novela hablamos de la construcción de un puzle con trampas, callejones sin salida, subtramas, de un árbol muy enramado que finalmente debe encajar, cuadrar sin cabos sueltos.
5) Aspereza frente a sensibilidad. El periodismo impone un tono áspero, exigente y crudo porque te la juegas en el día a día. En literatura todo es más lento, más tranquilo, más sensible. Los proyectos son a largo plazo y te permiten respirar. Esa doble velocidad es un placer.
6) Lo anómalo frente a lo cotidiano. Periodismo y novela dibujan un retrato social. Ambos universos fotografían la realidad que nos rodea. El primero con ánimo de constatar lo que no funciona, lo anómalo, lo que hay que denunciar. En la novela, que puede englobar todo lo anterior, creo que prima o lo consigue mejor quien mejor ha logrado el máximo parecido a la realidad reconocible y cotidiana de los lectores.
7) Sufrir o disfrutar. Gracias al periodismo conocemos realidades crudas, en general sin disfrutar. Gracias a la novela disfrutamos de esas realidades aunque sean crudas.