Poetas de México que traducen a otros poetas. Traslaciones

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Por: Raúl Olvera Mijares

Traslaciones. Poetas y traductores 1939-1959 López Mills, Tedi FONDO DE CULTURA ECONÓMICA (FCE)

Traslaciones. Poetas y traductores 1939-1959 López Mills, Tedi FONDO DE CULTURA ECONÓMICA (FCE)

Para comenzar habría que detenerse en lo más evidente. La poesía es el género menos socorrido por los lectores. Editar poesía es, por tanto, un gran riesgo y, dicho sea con verdad, representa más bien una pérdida. La poesía en el mundo va atrincherándose en unos cuantos reductos, uno de los más importantes, sin duda alguna el más señero en México, es la colección Poesía del Fondo de Cultura Económica (FCE), editorial que decidió darle continuidad al proyecto de sacar una antología con textos de poetas extranjeros en la versión de connotados autores nacionales.

Tedi López Mills (ciudad de México, 1959) fue la encargada, en su calidad de editora, poeta galardonada con el premio Villaurrutia (por el esbelto poemario Muerte en la rúa Augusta, 2009), egresada de la Universidad Nacional y la Sorbona, de preparar, cuidar y hacer la selección de los autores, incluidos en el volumen Traslaciones. Poetas traductores 1939-1959 (FCE, 2011). Si la primera antología abarcaba un periodo de 58 años desde Alfonso Reyes (1889) hasta Carlos Montemayor (1947), la segunda propone un lapso de tiempo bastante menor, 20 años; si bien excluyendo a narradores, autores de prosa, periodistas y dramaturgos, cerrando aún más el campo, reservándolo al prestigiado espacio de los poetas. Si se trata de un enriquecimiento, o bien de lo contrario, le tocará al lector decidir. La antóloga, una vez realizada la selección de autores, se limitó a solicitarles que enviaran 20 cuartillas de lo más granado de su producción como traductores de otros poetas. Entre una y otra antología hay traslapes y exclusiones. El primer traslape o coincidencia es José Emilio Pacheco (1939), cuya trayectoria en la traducción es ampliamente conocida y apenas amerita comentario. Una de las novedades es el poeta, algo más joven, Alfonso D’Aquino (1959), quien comparte el mismo año de nacimiento con la antóloga. Un acierto obvio es el no haberse incluido en la presente selección; los años transcurridos como editora de La Gaceta del Fondo de Cultura aprovecharon en algo. Si en lugar de 1939 se hubiera elegido 1938, por lo menos Francisco Cervantes, insigne traductor de Pessoa y de una pléyade de vates lusitanos, hubiese podido entrar, y quizá otros poetas nacionales también. Pero era claro que convenía iniciar en 1939 y llegar hasta 1959.

El trabajo como estudiosa y compiladora de López Mills queda plasmado en el prólogo que establece paralelismos y divergencias respecto del de sus predecesores, reforzado a la vez, a manera de remate, al final del libro, donde en dos apéndices, uno consagrado a pormenores más bien de naturaleza estadística acerca de la presente antología, el otro establece un cuadro comparativo con El surco y la brasa; juntos, ambos escritos, sobrepasan una docena de páginas, sin mencionar los índices (general, por título de poema, por autor), más los créditos, que resultan ilustrativos y siempre se agradecen por parte de aquellos lectores que conocen y pueden leer la lengua de los originales; desde luego, algunos idiomas, no todos, los cuales incluyen el inglés (89 autores), el francés (20), el italiano (12), el portugués (9), el provenzal (8), el polaco (7), el chino (5), el latín (4), el griego moderno (2), el ruso (2), el lituano (2) y un solo autor respectivamente del finés, maya sueco, persa y húngaro.

Ya el ingente tamaño del volumen, casi un millar de páginas, se vuelve casi imposible ofrecer los textos originales, a no ser que se hubiera reducido la cantidad de páginas por autor, digamos a 10, lo que en raros casos habría sido en detrimento de la calidad literaria y habría lamentado el lector, salvo con aquellos poetas cuyo trabajo como traductores es insuperable, como Elsa Cross (1946), José Vicente Anaya (1947), Marco Antonio Campos (1949), Efraín Bartolomé (1950), José Luis Rivas (1950), Fabio Morábito (1955), Verónica Volkow (1955) y Gerardo Beltrán (1958). Bueno, ahí queda Google Books para quienes deseen acudir a las fuentes prístinas. Una rápida búsqueda puede resultar útil para detectar una serie de erratas, que se van a la hora de mencionar los créditos y citar una multitud de lenguas en el título de las obras. En inglés parece no haberlas ni en español –se cuelan algunas pero ésas son responsabilidad principal de los autores– aunque, fuera de eso, resultan inquietantes en francés, lengua de aprendizaje universitario de la antóloga. Por ejemplo, con Henri Michaux y su obra «Vers la complétitud [complétitude]» (p. 868) que aparece de esta manera dos veces, o bien, Saint-John Perse con «Eloges [Éloges]», o André du Bouchet con Dans la chaleur vacant suivi de ou [Où] le soleir [soleil](p. 871).

Con mayor frecuencia se presentan en italiano, algunas de ellas con trabajo se olvidan, como con Umberto Saba y sus poemas «Dalla cuesta [Dall’erta]», «Quando si apriva el [il]velario» y el título de su libro Il canzionere [canzoniere](p. 871). Eugenio Montale, magistralmente traducido por Morábito –italiano como Gutierre Tibon y como otros más que han vuelto propia la lengua española– con poemas como «Epigrama [Epigramma]», «Non chiderci [chiederci]…» (p. 868). Pavese tampoco se va entero con su libro Verrà la norte e avrài [avrà] tuo i [i tuoi]occhi, cuyo editor por cierto no es Giulio Einandi, sino Einaudi (p. 869). Alfonso Gatto y su obra «Inveno [Inverno]» (p. 865). Ungaretti y «Alegria [Allegria] di naufragi», «Sono una creatura», «Sono una criatura» [la repetición es innecesaria, pero además aparece con el español criatura](p. 874). Vincenzo Cardarelli con «Abandono [Abbandono]», «Sera de [di]Liguria», «Paesaggio nocturno [notturno]» (p. 863).

El portugués tampoco sale bien librado. Con Joāo Cabral de Melo Neto y «No paramo [Páramo]», «Debruçado sobre os cademos [cadernos]» (p. 863). Sophia Mello Breyner Andresen y «Manha [Manhā] de outono num palácio de Sintra» (p. 867). Luís Miguel Nava y «O timpano [tímpano]» (p. 869). El polaco ostenta ciertas salvedades en Kazimierz Wierzyński y «Kobiet [Kobiety] które tkaja [tkają]» (p. 874), y el ruso con Borís Pasternak y «Marдалена [Магдалена]» (p. 869), una r por una g. En griego moderno con Yorgos Seferis y «O γvρμóς [Ὁ γυρισμὸς] τοῦ ξενιτεμένον [ξενιτεμένου]» con una v por una υ y el mismo error en «Φvγή [Φυγή]» (p. 872). Por último, al hacer referencia a la poeta estadunidense de origen judío húngaro Louise Glück, se cita «El lirio silvestre» (p. 864), tomado de la obra El iris salvaje (Pre-Textos, 2006), jamás se aclara que el original es The Wild Iris (Carcanet, 1992).

Quizá los editores y revisores técnicos del libro, duchos en castellano y en inglés, necesitaron hacer revisar el volumen más a conciencia por expertos en otros idiomas. Se trata de cosas menores, desde luego, pero que vienen a poner en entredicho el rigor académico y los altos raseros de edición, mayormente en el caso de un tiraje que fue de 2 mil ejemplares.

A veces las repeticiones de un mismo poema, en varias versiones, resultan ilustrativas como en el caso de Gérard de Nerval y «Artémis», que se ofrece en la versión de Homero Aridjis, Elsa Cross y Francisco Serrano, únicamente en menoscabo de la traducción efectuada por el primero y la competencia bastante justa entre Cross, de sentido rítmico más fino, y Serrano, quien termina con una solución más eficiente y castiza. Resulta difícil individuar la totalidad de los poetas traductores antologados. Algunos, como Pacheco, Montemayor y David Huerta apenas necesitan comentario.

Ahora llega el turno del lector de emprender su propia selección y decidirse con quién se queda. A pesar de la extensión del volumen, la empresa puede despacharse en un par de horas. Verdaderas revelaciones y gratas sorpresas depara el encuentro con la labor –casi siempre ejemplar y sin tacha– por parte de los poetas traductores mexicanos. Volver a autores clásicos de Inglaterra como Shakespeare, Donne, Marvell, Blake y Browning, o bien voces del pasado reciente y nuestros días como T.E Lawrence, Robert Graves, Charles Tomlinson Ted Hughes, Denise Levertov, Ian Duhig, Philip Larkin, James Lasdun, Katherine Pierpoint, Jo Shapcott y Lavinia Greenlaw.

Fuente: Cuadrivio.net / México

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