En una ocasión leí por ahí que Japón tienen la magia realista, como los latinoamericanos tenemos el realismo magico. En mi opinión, si hablamos de realismo magico tenemos, obligatoriamente, que hablar de Gabriel García Márquez. Nació en Aracataca, Colombia en 1982 y es considerado uno de los mejores narradores hispanoamericanos del momento.
En sus narraciones los valores establecidos se cuestionan; la forma en que describe aquel mundo se realiza mediante un lenguaje sencillo e impetuoso que retoma los valores ya clasicos, ya populares del pensamiento mítico y del suceder historico. Entre sus numerosos recursos destaca el del humorismo nacido en la exageración, el absurdo y lo imprevisible. En su obra, en conjunto existe la intertextualidad de personajes y situaciones.
Aclamado por la critica universal, Cien Años de Soledad, convierte a García Márquez en un narrador excelente, por la realización de un mundo como Macondo, lleno de intuiciones, sorpresas, humanidad y misterio.
“En esto –dice García Márquez– hay algo categórico e inexpicable, pues Cien Años de Soledad es la base del rompecabezas cuyas piezas he venido dando en los libros precedentes. Aquí estan dadas casi todas las claves. Se conoce el origen y el fin de los personajes, la historia complea, sin vacios, de Macondo”,
En esta novela García Márquez narra la historia de Macondo, un pueblo extraordinario crado por él. La historia se narra através de la familia fundadora, los Buendía. Se presenta el desarrollo de Macondo desde su inicio pues “el mundo era tan reciente que muchas cosas carecían de nombre y para mencionarlas había que señalarlas con el dedo” hasta que el ultimo Buendía se suicida.
Cien Años de Soledad es una crónica narrada con fluidez: los personajes se enlazan entre sí, los episiodios se mezclan para hacer el conjunto de la historia fabulosa de un lugar perdido donde ocurren cosas extraordinarias.
En cierto sentido, Macondo, no es otra ciudad mas que Colombia, que el escritor esconde detras de una cristal de fantasía y realidad, ambas crean una neblina que no permite distinguir cuales son los elementos reales de los imaginarios.
García Márquez juega con la fantasía y la realidad, mezclándolos en la historia con majestuosidad. En mi opinión, todo eso es digno de admirar.