MONTERREY BAJO ATAQUE EL DIA 21 DE SEPTIEMBRE DE 1846
Por primera vez encontramos el término histórico el sitio de Monterrey en el Diccionario Universal de Historia y Geografía (1853-1856) cuando José Sotero Noriega, un médico militar nacido en Zacatecas y asentado la capital de Nuevo León desde 1851, tituló su aportación a referido Diccionario con el nombre de El sitio de Monterrey.
En términos militares, la palabra “sitio” significa “cerco de una ciudad, una fortaleza u otro lugar para atacar a las fuerzas enemigas que están dentro o para impedir que salgan o reciban ayuda.
En lo relacionado al sitio de Monterrey que menciona Sotero Noriega en el texto que se le adjudica, estaría en lo correcto sí entre el 21 y 24 de Septiembre de 1846 no hubiera salido o entrado comunicación o individuos a la ciudad. Toda evidencia encontrada recientemente nos hace suponer que no existió nunca un sitio de la ciudad por parte del ejército estadounidense.
La realidad fue que el general Zachary Taylor y sus oficiales no tenían la intención, ni la cantidad de efectivos para sitiar Monterrey, estableciéndose por varios días en los alrededores, cortando toda comunicación militar, y forzando la rendición total de los defensores después de un largo acecho. Por el contrario, ellos planeaban una batalla rápida por medio de la cual se tomara el control de la plaza atacándola certeramente por varios frentes, en especial por la zona Occidental de la misma.
Además, para corroborar esta idea existen evidencias documentales de que los defensores mantuvieron comunicación con los municipios del Centro-Sur de Nuevo León durante los días que duró el conflicto armado. Según el historiador Ahmed Valtier afirma, en las aldeas y villas más cercanas de Monterrey, la gente aguardaba con ansias las noticias y reportes sobre los hechos bélicos.”
“El camino hacia Villa de Santiago continuaba abierto y por lo tanto la comunicación con el sur proseguía. Correos eventualmente se arriesgaba a salir en aquella dirección para llevar informes de los acontecimientos a Villa de Santiago, que a su vez retransmitían a Montemorelos y Linares.
El día 20 de Septiembre, en pleno acecho invasor un regiomontano escribía a un amigo las siguientes líneas:
“Ya sabrá lo que ha ocurrido desde ayer a las nueve de la mañana en Monterrey, reducido todo a que habiéndose presentado el enemigo en número de mil hombres, distribuido en guerrillas de caballería, se le fue el día en escaramucear a la vista de la plaza, sin disparar un solo tiro.”
Otro escrito que tumba la teoría del sitio de Monterrey es la que redactó Jesús Treviño, Juez 1º de Santiago, quien escribe a su vez al alcalde de Montemorelos las noticias nuevas recibidas la mañana del 25 de Septiembre.
“Por las últimas noticias que hemos podido adquirir sabemos que las tropas enemigas se han hecho ya por la tarde del Oriente hasta la casa del D. Francisco Piña, del H. Gobernador Morales y de D. Guadalupe Treviño, y por la parte de abajo hasta el Obispado.
Estas cartas son evidencia que entre los días 19 al 25 de Septiembre de 1846 la ciudad no fue sitiada por el ejército norteamericano, sino atacada en varios puntos específicos. Sí realmente la ciudad fue sitiada estas cartas no habrían llegado a su destino.
Otro aspecto que fortalece nuestra opinión sobre porque no debe aplicarse al suceso de las Batalla de Monterrey el término “sitio” fue la estrategia que planeó el general Taylor y sus oficiales. El historiador norteamericano Christopher D. Dishman en su obra reciente A Perfect Gibraltar: The Battle for Monterrey, Mexico, 1846 (2008) plantea que la plana mayor del ejército norteamericano acordó el ataque a Monterrey desde el Oeste, en un movimiento rápido y contundente, por lo que asignó a su mejor general William Jenkins Worth nacido en Hudson Nueva York, para que llevara a cabo la tarea. En efecto Worth atacó las posiciones mexicanas logrando capturar el camino a Saltillo (San Jerónimo), la loma del Obispado avanzando hasta el corazón de la ciudad.
En el reporte oficial que el general Zachary Taylor entrego sobre los pormenores de la batalla de Monterrey informa a sus superiores la táctica acordada con sus oficiales:
“La evaluación hecha por el Mayor Mansfield probó enteramente la practicidad de avanzar una columna hacia el camino a Saltillo, y así convertir en ofensiva esa posición hacia el enemigo. Viendo que esta operación era de esencial importancia órdenes fueron dadas al General Brigadier Worth (para) comandar la Segunda División y marchar bajo su mando el día 20 (de septiembre de 1846).
Esto concuerda con los que hemos estado sosteniendo a lo largo de este apartado: que efectivamente que durante los combates de Monterrey no hubo la pretensión por parte del generales y oficiales del ejército norteamericano de sitiar la ciudad. Buscaban sorprender con un ataque rápido que forzara la rendición de la ciudad.