Inés Arredondo, Ensayos,
(México, Fondo de Cultura Económica, 2012, 247pp., ISBN 978-6071-609-65-6)
Escribir una reseña de una selección de textos de quien fuera maestra de la reseña, de quien hizo de la reseña un ejercicio continuo y serio de crítica literaria y artística, puede parecer un atrevimiento. La alternativa sería callar por temor a no rendirle el adecuado y merecido reconocimiento, lo cual implicaría negar la posibilidad de dar a conocer la valiosa selección de sus escritos que, con el sello de Fondo de Cultura Económica, nos ofrece la edición cuidada por Claudia Albarrán. Me atrevo pues a escribir unas líneas sobre una publicación que considero una indiscutible novedad editorial, no por la fecha de los textos allí recogidos —escritos entre 1960 y 1986 y publicados en revistas y suplementos culturales— sino por el valor literario y testimonial de los mismos, que al ser rescatados del olvido cobran vida y se unen a las Obras completas publicadas en 1988 por la editorial Siglo XXI.
El prólogo de Albarrán introduce al lector en la escritura de Inés Arredondo a través de una atinada metáfora: “en los límites de la llama”. Metáfora que es, a su vez, traducción hecha por la misma Arredondo de un texto de Edouard Jaguer sobre la escultura contemporánea, incluido como apéndice del volumen. Una llama que ilumina la oscuridad y nos obliga a ver, a leer, pero también una llama que es amenaza de destrucción y muerte, que se coloca en la frontera, en el límite entre el quemar y calentar. La llama de los ensayos y artículos publicados ilumina por un lado la faceta poco conocida de crítica y promotora cultural de la escritora mexicana y, por el otro, el escenario cultural y literario de México de la segunda década del siglo XX, objeto de interés, análisis y crítica de la autora. Vale la pena recordar que Arredondo, junto con Juan García Ponce, Huberto Batis, Juan Vicente Melo y José de la Colina, formaba parte de la Generación de Medio Siglo, caracterizada por su interés en dar a conocer, a través de la reflexión crítica, las obras de la literatura clásica así como de la producción reciente, con las que se confrontaban.
Uno de los cinco textos autobiográficos que conforman la primera de las tres secciones en las que está estructurado el volumen, titulada “Frente al espejo”, nos regala el testimonio del inicio de su escritura a raíz de la muerte de su segundo hijo: “Yo estaba francamente mal. Para abstraerme que no para distraerme, me puse a traducir, con mucha dificultad, creo que un cuento de Flaubert, y de pronto me encontré a mí misma escribiendo otra cosa que no tenía que ver con la traducción”.
Entre estos escritos autobiográficos, que siguen el orden cronológico en que fueron redactados, llama la atención la reconstrucción biográfica sembrada de detalles significativos de su vida personal de la carta-currículum que envió en 1961 a la directora del Centro Mexicano de Escritores como solicitud para obtener una beca. Asimismo, “La verdad o el presentimiento de la verdad”, texto con el que participó en el ciclo de conferencias “Narradores ante el público” en 1965, podría ser leído como su personal manifiesto estético, en el que al contar su historia fija su postura literaria.
Convencida de que en la vida es posible escoger entre los sucesos y actos que se viven, con los que se puede interpretar y dar sentido a la vida, cree también que “ordenar unos hechos en el terreno literario es una disciplina que viene de otra más profunda en la cual también lo fundamental es la búsqueda de sentido […] como verdad o presentimiento de una verdad”. En esta misma línea se mueve el texto “La cocina del escritor”, en el que declara que fondo es forma, y que una obra es mejor cuanto más estrecha sea su moral estética.
La segunda sección está constituida por veintidós reseñas publicadas en Revista Mexicana de Literatura, Universidad de México, “La Cultura en México” (suplemento cultural de la revista Siempre!), Revista de Bellas Artes y “Sábado” (suplemento cultural del periódico Uno más uno). Siguen un orden cronológico de publicación y están dedicadas no sólo a la reseña de libros y revistas sino también de obras de teatro.
Entre estas últimas se puede señalar la que dedicó a la desastrosa puesta en escena de Corona de Fuego, de Rodolfo Usigli, en 1961: “Una de las tragedias de México y una tragedia mexicana”. En cuanto a las revistas, Arredondo dirige su atención en modo particular a números específicos de revistas como el que celebra los 10 años de la Revista Mexicana de Literatura, pero también se interesa por algunos números de la Revista de la Universidad de México y de la Revista de Bellas Artes, con las que suele colaborar, de El Corno Emplumado/Horizontes dedicada a la poesía, de la revista dirigida por Ramón Xirau, Diálogos, y de Cuadernos del Viento. En la brevedad de sus agudos comentarios se encierra una lectura completa y crítica de textos a los cuales se hace referencia.
Las reseñas de libros se mueven en un amplio marco de tiempos y espacios, desde una relectura de la Eneida, de Virgilio y la reedición de las Relaciones de la Nueva España, de fray Toribio de Motolinía, a los ensayos de Cuadrivio, de Octavio Paz, de Cruce de caminos, de Juan García Ponce y Tientos y diferencias, de Alejo Carpentier, hasta las novelas El Bordo, de Sergio Galindo y Las furias, del italiano Guido Piovene y los cuentos de la escritora persa Sadegh Hedayat “La lechuza ciega”. El estilo cuidado, directo y crítico utilizado en la elaboración de cada una de las reseñas es espejo de la postura estética y de la trayectoria intelectual de una escritora convencida de que la perceptiva literaria personal se forma leyendo y discutiendo con otros lo leído.
Cuatro ensayos, escritos entre 1973 y 1980, integran la última sección del volumen. El análisis de Canto general de Pablo Neruda centrado en el tema de la tierra, la tierra mítica, la Gran Madre, la tierra de Hispanoamérica, es el objeto del primero de estos textos. El segundo es un estudio biográfico sobre el escritor del grupo de los Contemporáneos Gilberto Owen; el tercero y el cuarto son dos estudios sobre el escritor Jorge Cuesta, a quien dedicó buena parte de su labor de ensayista. El más extenso y conocido de estos ensayos, “Acercamiento a Jorge Cuesta”, Arredondo lo escribió como tesis para optar por el grado de licenciada en Lengua y Literatura Hispánicas en la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM (1980) y se incluyó en la publicación de sus Obras completas.
Las investigaciones que realizó para escribir sus ensayos la llevaron a descubrir que “el autor nace, pero también se hace”. Seguramente la escritora Inés Arredondo se hizo y se formó también a través de su estimulante, constante y ejemplar labor de crítica literaria y artística.
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Fuente: Rivista di studi letterari e culturali / Italia
Artículo obtenido de http://www.fondodeculturaeconomica.com escrito por Anamaría González Luna