La Luna sin Ombligo, Carlos Pascual
El escritor Carlos Pascual presentó su más reciente obra, La Luna Sin Ombligo, el pasado domingo 13, en la Feria Internacional del Libro (FIL) 2013 de Monterrey.
¿Cuáles fueron tus orígenes en la narrativa?
Desde niño escribo, pero ya mis orígenes de publicaciones tienen que ver con el periodismo, con la publicación de artículos, ensayos, críticas. Mi primer libro como tal, lanzado en el 2006 es una novela titulada El Retablo Rojo y hasta el momento llevo seis libros publicados.
¿Qué influencias has tenido?
Soy un ávido lector, desde muy niño, por lo que hablarte de una influencia en especifico, no sé. Me gusta mucho, por ejemplo, pensando en la historia, Stefan Zweig, un gran biógrafo y escritor. En la narrativa, creo que todos somos hijos de García Marqués; me subyuga inmensamente Saramago, Oscar Wilde, tengo muchos predilectos, y también por épocas. Actualmente admiro mucho en México a Enrique Serna. Descubrí recientemente a Rosa Montero, una narradora maravillosa. Siempre me ha gustado mucho Rosa Beltrán, papá Saramago, es papá Saramago de siempre… ¡Son muchísimos!
¿Qué fue lo que te motivó para escribir esta historia?
Un viaje que hice hace como siete años a Veracruz buscando encontrar un hotel al que me llevaban mis papás de chiquito. Busqué el hotel y ya no existía y dije: bueno, un lugar cercano. Cuando empecé a llegar le dije al taxista: oiga, aquí no es. Él me contestó que sí, le pregunté ¿Dónde está el Mocambo? Y él me señaló las ruinas. Todo eso estaba rodeado, tapizado de freeways, autipistas, malls, call centers. ¡El hotel estaba en un mall! Entonces, no sabes lo mal que me puse. Me cambié de hotel, por supuesto. Entonces me dije: Haber, ¿Por qué entras en una crisis tan grande? ¿Qué esperas? Tienes veinte años de no venir a Veracruz. Entonces me pregunté: ¿Cuál es mi Veracruz, y cuál es el Veracruz real? Así empecé con este conflicto de decir, en dónde esta este pequeño ombligo que todos tenemos.
¿Cómo fue el proceso de creación de esta obra?
Como todas mis obras, por lo general lo resuelvo en mi cabeza. De repente la gente que me conoce me conoce se desespera porque puedo estar así, una, dos horas sin decir nada, pero no estoy en las nubes, estoy resolviendo. Me dicen: ¡Es que escribes muy rápido! Y yo contesto: No, es que estoy escribiendo lo que ya resolví en mi cabeza. Entonces este viaje a Veracruz me llevó a preguntarme sobre la identidad nacional, me llevó a Meshico que significa el obligo de la luna, a la Coyolxauhqui, a las deidades Selenitas, a las deidades Lunares. El tono chusco que tiene el libro, es porque tengo mucho tiempo de no hacer sátira política, que ha sido una de mis facetas.
¿Crees que tus libros ayudan a crear una mexicanidad?
Sería muy pretencioso si yo te dijera si sí o si no. Ni siquiera pretendo lograr una nueva mexicanidad. Espero que se conviertan en una voz más de lo que debe ser una mexicanidad. Esta muy lejos de mí esa pretensión, de eso trata el libro. Pero el personaje, él sí quiere escribir el gran ensayo de la mexicanidad, él quiere lograr el nuevo Laberinto de la Soledad. Yo para nada, si me gustaría que el libro fuera parte de este coro nacional, pero no más.
¿Qué le dejaría al público esta historia?
Yo espero que le deje reflexiones, una historia bien contada, la satisfacción de haber leído algo bien estructurado con un buen nivel de lenguaje y espero que les divierta.
¿Algún consejo que le darías a los jóvenes escritores?
Escribir, que escriban. Me parece que todos los escritores pasamos por el mismo proceso, racionalizamos demasiado y no, siéntate a escribir y lee mucho, porque no hay nada más terrible que un escritor inculto.
